El debut en la dirección de ficción de Martín Jauregui, "La sequía", ofrece una mirada al mundo femenino, feminista, sin esconder su punto de vista masculino; con mucho de lirismo, y una puesta de cámara que transparenta el pasado más turístico del director.
Hay largos trayectos que se recorren hacia el exterior, y caminos que se transitan más internamente. Fran (Emilia Attias) puede haber caminado unos cuantos kilómetros desde que huyó, o no; pero su viaje es mucho más interno.
¿Cómo se escapa de una vida vacía? ¿Cómo se huye de ser el foco de atención? ¿Hay fuga posible cuando todas las miradas posan sobre la figura?
Fran es una actriz, una estrella; pero también es una mujer, y como tal se cansó. Los flashes ya no la contentan, los sets no la contienen, y las fotos en una revista no la representan. Perdió su eje, y necesita huir para encontrarse a sí misma. Como le pasaba al personaje de Natalia Oreiro en Cleopatra; necesita alejarse lo más posible de ese mundo de fantasías mediáticas, para comenzar a vivir en un mundo real.
Sólo que en el caso de Fran eso es mucho más confuso, porque el viaje que inicia aguarda mucho de irrealidad. En "La sequía", Martín Jauregui, creo una historia de pocos personajes.
En determinados momentos hasta parece teatral, porque será nuestra protagonista caminando, viajando, y topándose esporádicamente con diferentes personajes, casi siempre femeninos, y uno recurrente, que aparece y desaparece ¿real? Piensen en la reciente Infierno grande sin el componente de película de género. Fran es una de las actrices del momento.
Se encuentra en pleno rodaje cuando en una fiesta se entera que su pareja la engaña sentimental y económicamente. El click en su cabeza la hace huir, y arrancar de cero, caminando por los valles de Catamarca en los que intenta pasar desapercibida, aunque su popularidad le cueste.
Fran camina, va sin un rumbo fijo, sólo se aleja, y se cruza con diferentes personajes con los que tendrá intercambios de los que desprenderá diferentes aprendizajes. Es una mujer que debe armarse de nuevo como tal. Hay una asistente, o representante (Adriana Salonia) que la ubica, e intenta hacerla regresar.
Este personaje aparece y desaparece durante el viaje en diferentes tramos, y es el primer indicio de un viaje más metafísico que realista. Son polos opuestos, mientras que Fran quiere apartarse de los flashes para vivir una vida mucho más terrenal, esta mujer vive de la popularidad, sólo piensa en vender la imagen de Fran, como si no importase quién se es, sino quién cree el público que las estrellas son.
Días y noches, Fran camina, y se aparta una y otra vez, huye de todo y de todos, y este viaje cada vez más pierde el punto realista para volverse algo onírico, trazos dibujados en las estrellas, poesía visual, y personajes que no necesariamente responden a un verosímil.
Martín Jauregui es conocido como el notero estrella y co-conductor de Estudio País, aquel programa turístico federal de Juan Alberto Badía. Esa visión turística, paisajística, queda plasmada en la riqueza visual de "La sequía" que logra capturar toda la belleza natural de Catamarca en un lenguaje visual muy poético y potente.
Al condimento paisajístico, habrá que sumarle el dato de producción de tratarse del primer film realizado de modo 100% sustentable en el set. Todo su rodaje fue hecho a través de energía solar, y sin uso de material desechable para generar la menos contaminación y degradación ambiental posible.
El párrafo anterior, que parece algo valioso, pero extra cinematográfico, se revierte, al replantearse las imágenes conseguidas a través de un método de filmación diferente.
Sus méritos, por lo menos visuales, definitivamente son más valiosos. Además de recolectar las experiencias de sus años como periodista en el área de turismo, Jauregui parece beber del Win Wenders que trabajó con el material de Michelangelo Antonioni en "Más allá de las nubes", o aquel que lograba uno de sus puntos más altos de su carrera en "París Texas", o el Leonardo Favio onírico de "Soñar, Soñar", y hasta algún homenaje a "Juan Moreira".
La sequía respira la suficiente cinefilia como para ser considerada una obra hecha a criterio, por un realizador deseoso por entregar un producto de calidad muy correcta. Casi todos los personajes de "La sequía" son femeninos, y su mirada no esconde una defensa del feminismo, de las mujeres tomando las riendas de su destino y asumiendo lo que quiere para su vida de ahora en más sin importar qué obstáculo se interponga en el camino.
Pero Jauregui, y sus dos guionistas colaboradores Luis Diáz y Eduardo Spagnuolo, son hombres, y no intentan asumir un rol que no les pertenece.
Es una mirada de la mujer con admiración y homenaje, pero desde la visión masculina; que si se hace aún más femenina es gracias a su protagonista que le aporta mucho de su esencia. Quizás sea desde esa mirada masculina que se entienda la recurrencia a algunos clichés o trazos gruesos en algunos personajes que van en detrimento de esa mirada femenina que se impone.
Por suerte son los menos, y el foco que se impone es el de Fran, una mujer con la que será sencillo empatizar. Emilia Attias cree en su personaje y lo interpreta muy correctamente desde la convicción. Ella es Fran, tiene mucho de sí misma, de su personalidad, lo que le permite alcanzar momentos de cristalina transparencia. Adriana Salonia juega un rol complicado, el suyo es un personaje que más de una vez resulta irritante.
Su labor es convincente, logra conseguir esos picos, pero para el espectador será difícil estar con este personaje que sin ser una villana, es de un carácter muy particular. La sequía transmite belleza y libertad.
Jauregui da un paso acertado como un director consciente y capacitado para transmitir muchas de sus inquietudes. Su mirada poética, y ese perfecto conocimiento de saber dónde ubicar la cámara, hacen de "La sequía " una obra muy valiosa.