Coinciden en estrenarse dos películas algo irregulares sobre mujeres en crisis. Verdadera rareza, “La sequía”, de Martín Jáuregui, expone en forma simbólica la fuga hacia la nada de una actriz televisiva harta de su vida, su imagen y sus relaciones, que al parecer la han estafado. Representando esa fuga, Emilia Attias se hunde con sus tacones en el desierto catamarqueño, como Marlene Dietrich en la arena de “Marruecos”. Pero en vez de Gary Cooper la tentación tiene la figura de Adriana Salonia, como una suerte de otro yo rápido para proponer frivolidades, negocios y maldades mediáticas. Breve, con alma de cortometraje experimental, este trabajo tiene, eso sí, el destacable mérito de ser el primero enteramente filmado con energía solar. Director de fotografía, Diego Gachassin, experto en rodar en sequedades (recuérdese el hermoso documental “Los sentidos”, de Marcelo Burd, que filmó en Olacapato, allá en lo más alto y desolado de la Puna Salteña).