El género de terror ruso casi siempre suele traer ideas nuevas, y por esa razón “La sirena” es una de las grandes sorpresas de este año para los fans del cien fantástico. Aparentemente, según el folklore ruso las sirenas no son marinas sino que viven en los lagos y tienen la costumbre de sonsacarle palabras de amor a los pobres hombres con los que se encuentran. Y una vez que estas sirenas de agua dulce consideran que han recibido un juramento no vuelven a soltar más a su amado, ni siquiera si puede obtener a cambio sus seres queridos.
Luego de explicar esto y sintetizarlo en un prólogo aterrador, la película avanza con una parejita a punto de casarse que recibe, como regalo de un padre ausente al que nadie ve hace veinte años, una casa de fin de semana al lado de un lago. Obviamente, es fácil adivinar que el prometido se encontrará con la sirena, pero lo que resulta imprevisible es la progresión siniestra que va tomando esta historia que asusta. El director logra darle tonos siniestros al agua en cualquiera de sus formas, ya sea en una pileta de natación, una gotera o simplemente en algunas de las numerosas escenas con lluvia de este film imaginativo. La única pena es que la copia local sea la versión doblada al inglés y no la original en ruso.