Como en La novia, el director Svyatoslav Podgaevskiy vuelve a recurrir al folclore ruso para usarlo de punto de partida de una película de terror actual. Esta vez toma una leyenda que presenta a las sirenas como mujeres despechadas que cobran vidas por su amor perdido. Con ese trasfondo, la película cuenta la historia de una joven pareja que está a punto de casarse, cuando él va a la casa de verano de su familia, que está prácticamente abandonada, y cae bajo el influjo de la sirena que acecha en el lago ubicado en la propiedad.
El protagonista es nadador y le intenta enseñar a nadar a su novia, que le tiene terror al agua. Ese temor se transforma en algo mucho peor para la joven, que tiene que salvar a su futuro esposo del influjo de la sirena, ayudada por la hermana y el mejor amigo de él.
Más allá de algunas secuencias bien logradas, La sirena no consigue construir un suspenso que atrape al espectador, ni asustarlo. El desarrollo del misterio alrededor de la familia del protagonista y la búsqueda de cómo neutralizar el peligro de la sirena resulta tedioso. El problema no es la falta de acción o sustos, hay grandes ejemplos del cine de terror valiosos que no dependen de esos recursos; sino una construcción de personajes y trama esquemáticos y superficiales. La versión que llegó a la Argentina no está en el idioma ruso original sino doblada al inglés, lo cual afecta de forma negativa a las actuaciones.