La Sirena: La dama del agua.
El año pasado el estreno de “La Novia (Невеста, 2017)” de Svyatoslav Podgayevskiy trajo una bocanada de aire fresco a una cartelera de cine de género que, en general, venía siendo floja. Desde ya, el cine europeo, muy alejado de los cánones de la gran industria de Hollywood, casi siempre propone nuevas historias y algún que otro nuevo recurso o forma. Eso alivia, es esperanzador y propone una renovación que los consumidores del terror siempre aprecian.
“La Novia” – la tercera película del realizador –partía de una idea interesantísima: recurriendo a una escalofriante y milenaria tradición rusa (la de fotografiar a los muertos con los ojos pintados sobre los párpados, dando la ilusión de que seguían vivos y, mediante la cual se podía, según decían, capturar su alma para siempre), el film basaba su trama en posesiones y rituales oscuros del sigo pasado que persistían en la familia del co-protagonista hoy en día. La película contaba con muy buenos sustos, manejaba muy bien el misterio y el suspenso, y era por demás original.
El mismo director ahora nos propone otro film de género también recurriendo al folclore eslavo: “La Sirena, La leyenda jamás contada (Mermaid, 2018)”; y hasta utiliza a la misma actriz protagonista: Viktoriya Agalakova. Aquí los personajes principales también están a punto de casarse y el novio recibe las llaves de una cabaña junto al lago que heredó de su familia. Allí conoce a una extraña mujer que se le aparece permanentemente y lo hipnotiza hasta enfermarlo. Esto desencadenará una pesadilla para todos los integrantes del grupo que tendrán que buscar la forma de poder salvarse de ella.
La temática en torno a esta criatura mitológica resulta, en principio, atractiva; pero a medida que pasan los minutos la trama va decayendo de a poco y el miedo y la tensión nunca se hacen presentes. Qué distinta era “La Novia”, que ya desde el comienzo ponía los pelos de punta. “La Sirena…” no logra sostenerse y los personajes se vuelven insulsos y sin fuerza. La película no tiene potencia narrativa y el guión hace agua por varios frentes. Hay detalles que quedan truncos y los hechos se presentan confusos.
Más allá de estos factores, el potencial del cine de Podgayevskiy se vislumbra en sus personajes femeninos: la mujer tiene un papel preponderante en las historias, tanto como heroína, víctima o villana; y hasta parecen como avejentados, sacados de la Edad Media, como una huella inequívoca del cineasta.
En “La Sirena…” vemos repetición, sucesos forzados, efectos especiales cuestionables y hechos predecibles. Quizá vendría bien que Podgayevskiy vuelva a sus orígenes, repase sus primeras películas, reconozca sus falencias en ésta última, y así poder barajar y dar de nuevo.