Justicia para Flaunders y Sebastíán.
El estudio Disney todavía está a tiempo de emitir un comunicado con disculpas a la humanidad por el desastre que hicieron con la representación live action de los personajes, producto de la obsesión enfermiza que tienen con el hiperrealismo.
Los entrañables amigos de Ariel terminaron convertidos en familiares del Ugly Sonic, cuyos diseños parecen haber sido desarrollados por pacientes fugados del Asilo Arkham de Gotham que odian la vida y la fantasía.
Pese a que el cangrejo tiene un aspecto macabro y el Flaunders desnutrido perdió su encanto es justo destacar que la versión live action de La sirenita resultó menos terrible de lo esperado.
Si se puede rescatar algo de este cine insípido y sin alma que ofrece el estudio en la actualidad es que al menos no presenta la pereza creativa del Pinocho de Robert Zemeckis ni distorsiona los personajes como en la soporífera Peter Pan y Wendy.
En ese sentido resultó una sorpresa ver que Mellisa McCarthy pudo interpretar a la bruja original sin que la convirtieran en una villana incomprendida como las aberraciones de Maléfica y Cruella.
Aunque la trama es la misma y se evocan todos los momentos clásicos que el público recuerda del film de animación en esta remake al menos hubo un mínimo intento por adicionar un contenido diferente.
La historia de amor entre los protagonistas tiene un mayor desarrollo y también se expandió el rol del príncipe Eric que siempre fue bastante soso.
Más que una película esta versión de La sirenita en realidad parece un espectáculo teatral de un parque temático filmado para la pantalla grande.
Una cuestión que se relaciona con la horrenda dirección de Rob Marshall, quien desde Chicago no brinda una producción memorable y previamente había manifestado su incompetencia para trabajar la fantasía en el musical Into the Woods.
No hay una sola escena en su nueva producción donde consiga transportar al público al reino de sirenas y magia en el que habita la heroína.
Todo se ve penosamente artificial y secuencias memorables como la canción "Under the Sea" carecen del encanto y energía que se apreciaba en la obra original.
Un problema de esta propuesta es que al igual que El Rey León mucho elementos que hacían especial al film de animación en una versión live action no terminan de funcionar.
Especialmente cuando los realizadores optaron por recrear el mundo de los peces y las criaturas marinas a través del hiperrealismo digital que afecta las expresiones de los personajes.
Por ese motivo esta película encuentra sus mejores momentos cuando Ariel cobra forma humana y la trama se desarrolla en la superficie.
En cuanto a la labor de Halle Bailey su interpretación es más que correcta y sobresale en las interpretaciones musicales que es el gran fuerte de ella como artista.
Tiene carisma es expesiva y consigue hacer llevadera la insípida narración de Marshall.
Bailey sale muy bien parada de este primer rol protagónico y cuenta con tiempo de sobra para evolucionar como actriz.
La labor del reparto en general es decente con la excepción Awkafina que da verguenza ajena en el rol de la gaviota Scuttle a la que arruina por completo.
Al margen que la comediante ya cansó al interpretar todos los personajes de la misma manera el tema musical que interpreta es una tortura a los oídos.
La banda de sonido incorpora nuevas canciones compuestas por Alan Menken y Lin Manuel Miranda que son intrascendentes y no le aportan nada relevante a la trama.
Me cuesta creer que esta película tenga una gran llegada en los niños como espera el estudio.
Creo que será una obra más pasable para los adultos que busquen un poco de nostalgia y antes que termine el mes se borrará enseguida de la memoria como ocurre habitualmente con el cine de Disney en la actualidad.