La versión live action (acción real) de La sirenita, dirigida por Rob Marshall y escrita por David Magee y Jane Goldman, es otro logro de Disney, que hace algo novedoso con un personaje que viene cautivando al público desde 1989, cuando la historia de la sirena Ariel fue llevada al cine por primera vez en una versión animada y basada libremente en el cuento de hadas de Hans Christian Andersen escrito en 1837.
Una de las principales virtudes de esta nueva versión es que combina sus elementos de manera efectiva y milimétricamente calculada, uniendo fantasía y realismo con una historia de amor que estalla desde el océano sin esquivar las exigencias inclusivas de los grandes estudios, a las que les saca provecho para hacer que todo sea más conmovedor.
La sirenita de Marshall logra una combinación perfecta de musical, humor, drama, aventura y efectos especiales que no empalagan ni quiebran el realismo fantástico de la película, y presenta a los personajes como nunca antes se los presentó, encarnados por actores que se mezclan armoniosamente con personajes creados con CGI.
Ariel, protagonizada por Halle Bailey, es la hija menor (y la más rebelde) del Rey Tritón (Javier Bardem), gobernante del reino submarino Atlántica. Ariel es la única que se muestra interesada en el mundo de los humanos, y la única dispuesta a salir de su zona de confort para ir a espiarlos mientras andan en sus barcos. Es así como conoce al joven y apuesto príncipe Eric (Jonah Hauer-King), cuyo barco pierde el control en el medio de una fuerte tormenta y se hunde en el mar.
Ariel salva a Eric y se enamora profundamente. Y Eric, aún inconsciente, sabe que alguien lo salvó, pero no sabe quién, y así empieza la búsqueda de su salvadora desde su reino, en el que vive con Sir Grimsby (Art Malik), su mayordomo y confidente, y la Reina Selina (Noma Dumezweni), su madre.
Por su parte, Ariel empieza a hacer todo lo posible para volver a ver a Eric (a pesar de las prohibiciones de su padre), siempre acompañada por sus amigos inesperables, el cangrejo Sebastián (voz en inglés de Daveed Diggs), el pez tropical Flounder (voz de Jacob Tremblay) y la alcatraz común Scuttle (voz de Awkwafina).
Las ganas de Ariel de conocer a Eric la llevan a hacer un trato con la bruja del mar Úrsula (Melissa McCarthy), quien le quita la voz y le da piernas para que se pueda hacer pasar por humana en el mundo de Eric.
Además, Ariel le tiene que dar un beso al príncipe antes de que se cumplan tres días, de lo contario, vuelve a convertirse en sirena, pero esta vez obedeciendo a Úrsula, quien quiere apoderarse de Atlántica.
La sirenita se trata, en el fondo, de las ganas de amar por primera vez. La tensión amorosa que hay en la primera escapada que hacen Ariel y Eric es uno de los grandes logros de la película, porque deja en claro que el asunto va del despertar de ese sentimiento y de lo maravilloso que es cuando se siente por primera vez.
Las barreras creadas por la cultura se disuelven cuando se enciende la chispa del deseo amoroso. De ahí que La sirenita siga siendo una fantasía romántica clásica y progresista. Los planos finales son un triunfo de la inclusión, de la comprensión y del amor, con un Tritón aceptando el destino de su hija porque entiende que para el amor no hay especies, no hay géneros, no hay ideologías.