“La Sombra del Gallo” de Nicolás Herzog. Crítica.
El peso de la culpa y la búsqueda de justicia.
En su primer largometraje ficcionado, el director de los documentales “Vuelo Nocturno” y “Orquesta Roja” sorprende con una intrigante película que utiliza como herramientas la trata de personas y la corrupción policial para meternos en la paranoia de un ex presidiario. Por Bruno Calabrese.
Un ex policía Román Maidana (Lautaro Delgado) vuelve a la casa del padre recién fallecido luego de cumplir una condena en la cárcel. En el pequeño pueblo donde vive le da la bienvenida el comisario. El pueblo está convulsionado por la desaparición de una joven. Mientras tanto, en la casa semi abandonada del padre, Román comenzará a experimentar extraños sucesos que lo envolverá en una extraña paranoia que guarda relación con la desaparición y que lo llevarán a meterse en un misterioso mundo de la trata de personas.
Nicolás Herzog elige contar pocos detalles sobre el pasado de Román. Los irá soltando a cuentagotas a medida que la película avanza, logrando generar un clima de suspenso asfixiante que va aumentando cada vez más. Apoyado en la actuación de Lautaro Delgado, como una especie de Cristian Bale en “El Maquinista” de Brad Anderson, el film nos sumerge en la paranoia y la culpa de Román por sucesos del pasado, que no lo dejan dormir ni descansar en paz. Siempre con las cruces detrás de él, como la justicia divina que le respira en la nuca.
En el medio de todo la desaparición de una joven en el pueblo conmociona a todos y lo lleva al protagonista a investigar que pasó con ella. Pero el terreno donde comienza a entrar es peligroso; corrupción policial, videos snuff y el miedo de involucrar a viejos amigos de él, obligan a Roman a replantearse una y otra vez los pasos a seguir.
“La Sombra del Gallo” no es una película de denuncia que hace foco el submundo de las redes de tratas. Es un viaje paranoico a través de la culpa y el remordimiento, un recorrido por la mente de un individuo con la sensación de no cumplir el merecido castigo por los hechos del pasado. Con una estética rural perfecta y una música impecable hipnotiza y envuelve al espectador en la psiquis de Román hasta llevarnos a un final revelador que desentierra el siniestro secreto que tanto lo atormentaba.
Puntaje: 80/100