Un pasado oscuro
Una chica desaparecida, un comisario (Claudio Rissi) extrañamente amigable, una ex novia fantasmal, y un negocio con una casa semi abandonada, son los enigmas que el film de Nicolás Herzog (Orquesta Roja) irá develando a lo largo de la trama del ex policía caído en desgracia que interpreta Lautaro Delgado Tymruk.
La sombra del gallo (2020) estructura la historia con la fisonomía de un policial negro. Otra vez un pueblo del interior es un espacio asfixiante donde la corrupción reina y la frontera entre el bien y el mal son difusas. En ese contexto el protagonista acaba de salir en libertad condicional y deambula por el pueblo perturbado. Los fantasmas del pasado se harán presente literal y metafóricamente para un personaje que tiene todas las fichas para convertirse en el héroe menos pensado.
Con tales condimentos argumentales, y una banda sonora elocuente, la película coquetea también con el western. El hombre que llega del más allá para salvar -y salvarse en este caso- a un grupo de personas con ansias de ser liberadas del oscurantismo que gobierna el pueblo, articulan una trama de redención personal.
Pero de la misma forma que la multiplicidad de símbolos y registros hacen intrigante al relato, también le juegan en contra en una película confusa por momentos, que insinúa muchos temas de coyuntura (la corrupción, la violencia hacia la mujer), y tal vez, no llega a desarrollarlos todos con éxito.
Sin embargo es una propuesta que se vale por el riesgo asumido y la fortaleza actoral de su reparto. Un dato a favor son los pasajes surrealistas que describen la perversidad latente en el pueblo, como una violencia implícita que se despliega por las personas y los paisajes. Esa re lectura del interior del país realizada por el cine nacional en los últimos años ayuda a pensar en los abusos de poder desde otra óptica. Una idea a la que La sombra del gallo adscribe con firmeza.