La extraña película argentina con Danny Trejo
El film dirigido por José Cicala es una ensalada de tonos y registros que suma el relato de una adolescente, una secta satánica y a Danny Trejo, en la misma historia.
“Esa idea puede convertirse en un delirio” se menciona al final de La Sombra del Gato (2021) como una manera de justificar lo que acabamos de ver. La película es un coctel de ideas desmesuradas con tintes bizarros y, a la vez, cuenta con un elenco increíble.
¿Qué es entonces La Sombra del Gato? Empieza con la estructura de una coming of age (género de paso a la adultez) en la que Emma (Maite Lanata), una chica que vive con su familia ensamblada en el medio del campo, añora el mundo exterior. Hasta ahí tenemos buen ritmo narrativo y una intención de describir una fauna de personajes estrafalarios que conviven en armonía en un particular pero ameno espacio campestre. La música y calidez de las imágenes trasmiten el clima de felicidad de la niña.
Un día Emma pregunta por su madre y descubre que su padre Gato (Guillermo Zapata), le ocultó su existencia. En busca de su progenitora cae dentro de una secta satánica orquestada por su abuelo materno (Miguel Ángel Solá). Los flashbacks tratan de explicar el pasado oscuro familiar y aquí la cosa se pone extraña, no tanto por lo que se cuenta sino por el cómo. La secta sigue la lógica de cualquier film al respecto, con trajes y rituales diabólicos, pero el tono y registro paródico rompen la atmósfera y la cambian por un tono burlón de comedia familiar en donde los personajes son arquetipos exagerados de un trillado género de terror fantástico. El tono deja de ser convincente y los chistes entre los inoperantes operarios de la mansión psiquiátrica no terminan de ser eficaces nunca.
El tío y hermano mayor de su padre, una suerte de ángel de la guarda de la familia, es Sombra (Danny Trejo), un hombre místico y único capaz de rescatarla. Es el personaje por excelencia de Danny Trejo con Machete (2010) de referencia. Un tipo con campera de cuero y sombrero, rudo, que sólo aporta frases breves con didácticas moralejas sobre la vida. Más con la intención de darle espacio a la figura internacional que por buscarle sentido a lo narrado, la película despliega un final con un héroe impensado.
El relato deambula de un registro a otro y choca contra sus propias e imposibles pretensiones. Por momentos quiere aportar dosis de humor, en otros tramos descoloca con los trajes tecno futuristas de la secta. Aparecen Mónica Antonópulos (como la madre de Emma), Luis Machín, Rita Cortese, en un enorme elenco para una producción que derrapa en osadía y pierde la brújula cinematográfica. La escena sublime es Danny Trejo en una coreografía con mujeres trans (una es enana), con quienes conforma un improbable equipo para rescatar a Emma. Quién escriba alguna vez la biografía del actor mexicano deberá recurrir a este film en busca de explicaciones.
Música pop (en inglés), registros de actuaciones disimiles y un guion imposible, hacen de La Sombra del Gato una película tan desconcertante como llamativa.