La búsqueda de una verdad reveladora lleva al personaje protagonista de esta historia a encontrarse lo inesperado. Tal es el disparador argumental de la última propuesta de José Cicala, “La Sombra del Gato”. Una aventura, ambiciosa, desmedida, confusa y onírica. Un collage de géneros de aglutina el suspenso, el drama, el cine fantástico, la comedia y el terror. Una propuesta experimental y delirante, que añade el toque bizarro que toma una página de Robert Rodríguez y sintetiza a Alex de La Iglesia. Emula a Guillermo del Toro y admira a Quentin Tarantino; tales son las influencias del realizador argentino que pocos meses atrás estrenara el film “Sola”. Nombres de primera línea, como Luis Machín, Rita Cortese, Miguel Angel Solá, Danny Trejo y Maite Lanata integran un elenco de figuras reconocidas, al servicio de una historia que deposita sobre nosotros profundos interrogantes, sin preocuparse, explícitamente, por responderlos todos. El tono no será siempre el acertado y el verosímil será puesto a prueba, mientras la dirección actoral lleva el relato hacia confines estrafalarios de sangriento ritual. Una fortaleza que resguarda secretos y un mundo paralelo sectario alimentan la imaginación de un director que no pecará de tímido. ¿Qué está dispuesto a cambiar el ser humano por su fanatismo? Pareciera la pregunta encumbrarse como mensaje moral subliminal a tan exagerado paradigma. El despertar de la joven protagonista, ilustrada su travesía en contrastada fotografía y estridente sonido pop, acompaña un relato vertebrado a través de flashbacks y una ambientación surrealista. No obstante, las referencias cinéfilas de culto y las buenas intenciones narrativas no acaban por materializarse en un producto desparejo, inconstante y falto de cohesión. “La Sombra del Gato” es un tren desbocado pronto a estrellarse.