“La sospecha” es un thriller denso y oscuro, con mucha carga de violencia psicológica. Esta es una suerte de advertencia (hay que estar preparado para ver la película), pero también es un gran aliciente: acá no estamos frente a esos jueguitos de suspenso superficial que tanto abundan en Hollywood. La historia transcurre en un pueblo del norte de EEUU. Dos familias vecinas se reúnen para almorzar el Día de Acción de Gracias, y en un descuido fatal, en apenas unos minutos, sus hijas menores desaparecen. La policía local detiene a un sospechoso, pero después lo libera por falta de pruebas, y a partir de ahí uno de los padres decide encargarse personalmente del caso. Con estos elementos (y muchos más que se irán sumando) el director canadiense Denis Villeneuve (nominado al Oscar a mejor película extranjera por “Incendies”) recupera la pureza del thriller psicológico, generando suspenso y tensión dramática sin tanto golpe de efecto ni vueltas de tuerca tramposas. Con personajes creíbles (para eso cuenta con un elenco muy sólido), el director se enfoca en temas difíciles como la justicia por mano propia, la culpa y la fe religiosa, al mismo tiempo que va revelando de a poco la vida oculta de los apacibles suburbios norteamericanos. Es cierto que hacia el final la película se alarga demasiado (dura 150 minutos), pero vale la pena sentarse a armar este rompecabezas.