Un realizador de prestigio como el canadiense Denis Villeneuve (su anterior trabajo, Incendies , estuvo nominado al Oscar), un elenco de lujo pletórico de figuras (Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo y Paul Dano), un eximio director de fotografía (Roger Deakins), productores famosos como Mark Wahlberg, y un guión que combina una premisa inquietante (el secuestro de niños), un crescendo de tensión y suspenso propio del cine de género, y cuestiones de múltiples implicancias (la culpa, la venganza y la redención). Así de ambiciosos son los 153 minutos de La sospecha , película que se vincula con otros dramas adultos de Hollywood como Río místico y thrillers como Zodíaco .
Lo que en principio aparece como una descripción de la sencilla existencia de la clase media urbana de Filadelfia se transforma a los pocos minutos en un verdadero calvario (para los protagonistas y también para un espectador que deberá afrontar todo tipo de situaciones extremas). Es que durante una celebración conjunta del Día de Acción de Gracias entre dos familias de amigos, las hijas menores de ambos matrimonios (Hugh Jackman y Maria Bello, por un lado; y Terrence Howard y Viola Davis, por el otro) desaparecen de la manera más inesperada y absurda.
Cada uno de los padres reaccionará de muy diferentes maneras (obsesión, violencia, depresión) y -sobre todo el visceral carpintero que interpreta Jackman- apelarán a todos los recursos que estén a su alcance para desentrañar el caso. Aquí, claro, entran a jugar los dilemas morales (la justicia por mano propia, el ojo por ojo y más) y el público se verá obligado a cuestionarse cómo actuaría ante una situación semejante.
En la segunda mitad adquiere un fuerte protagonismo el personaje de Loki (Jake Gyllenhaal), el joven y eficaz detective que investiga el caso en una carrera contra el tiempo complicada no sólo por las contradicciones íntimas y la dureza de los hechos que debe afrontar, sino también por las permanentes presiones de los padres.
La película es de una densidad psicológica infrecuente en el Hollywood contemporáneo. El problema es que, en ese saludable intento de abarcar las múltiples facetas policiales y emotivas de la historia, termina en una maraña de situaciones y en una acumulación de vueltas de tuerca que dificultan su seguimiento. De todas formas, en un contexto superficial como el actual, se agradece este tipo de cine que busca y arriesga con no pocas dosis de inteligencia y profundidad.