Suspenso y drama en su máxima expresión.
Prisoners es un thriller fácilmente comparable con lo mejor en su género, muy en sintonía con entregas como Gone baby gone, de Affleck, o incluso con la posterior Changeling, de Clint Eastwood. Se trata de una propuesta de suspenso que ahonda dramáticamente en sus personajes, sin resignar densidad argumental en el relato. La historia está no sólo muy bien construida, sino también –y fundamentalmente– excelentemente narrada.
No hay flancos débiles en Prisoners. Las actuaciones son brillantes, los diálogos contundentes y el trámite narrativo es de una solidez admirable. Hay también mucho realismo en la forma en que se tratan y resuelven los conflictos, lo que le agrega una enorme sensación de verosimilitud a la narración, distinguiéndola de la mayoría de los exponentes del estilo. Es muy interesante el enfoque que logra darle el director, porque si bien dedica mucho tiempo a describir el drama por el que atraviesan los personajes principales, en ningún momento resigna recursos hacia el suspenso. Prisoners quizás no profundice en el perfil psicológico de los criminales, como lo hacen Seven o El silencio de los inocentes, pero sí invierte mucho tiempo en el desarrollo de la investigación y la revelación de los hechos. En otras palabras, se trata de un thriller de una contundencia absoluta, que no sólo se las ingenia para mantener al espectador en vilo hasta el mismísimo instante final, sino que además lo hace sentir partícipe de la historia, a través de un meticuloso desarrollo de los protagonistas.
Sin exagerar, Prisoners califica como una de las mejores películas de suspenso de las últimas dos décadas. La solidez de su relato en sintonía con las soberbias interpretaciones de su reparto hacen de esta propuesta una experiencia de rara ocurrencia en el cine contemporáneo. Imperdible.