Desapareció una tarde
Hugh Jackman es Keller Dove, un padre de familia ultra religioso (tan religioso que escucha las canciones de la iglesia en su camioneta) que sufre el secuestro de su hija. Al ver que la policía no puede encontrarla decide él tomar la investigación por mano propia llegando a límites insospechados.
La Sospecha, debut en Hollywood del canadiense Denis Villeneuve, es una gran película. ¿Por qué es una gran película? Principalmente por lograr meternos durante más de dos horas en el cuerpo de un padre desesperado por encontrar a su hija desaparecida. Por otra parte las grandes películas deben generar emociones y Prisoners lo consigue. Por momentos será terriblemente incómoda y promediando su metraje nos interpelará con las reacciones de Keller, formando continuos cuestionamientos morales sobre lo que uno sería capaz de hacer ante tamaña situación. Es que el film no basa su motor en la investigación, sino en las acciones de los personajes posteriores al secuestro.
Es clara la intención de Villeneuve de no crear mártires o héroes anónimos. Todos en algún momento cometen errores, se pasan de la raya siendo conscientes de sus actos, algo que aporta realismo, desarrollo y dimensión a sus personajes sirviendo para ponernos en su lugar. Cuanto más cercano sea el protagonista a una persona palpable, más sencillo será acercarnos a ese registro. Obvio que Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal son en gran parte responsables de generar este complejo fenómeno.
Hay en La Sospecha puntos de contacto con Río Místico y con Desapareció una Noche, ambas adaptaciones de Dennis Lehane, pero es quizás con la ópera prima de Ben Affleck con quien guarda más coincidencias.
Las similitudes se dan no tanto por su argumento en sí (ahí hay mayores situaciones similares con la de Clint Eastwood) sino por el modo en el cuál es desarrollada la cinta. Se parecen en el cómo, más que en el qué, porque en Río Místico lo que era solemnidad, golpes bajos y actuaciones por momentos caricaturescas (teléfono Sean Penn) en Desapareció una Noche era sobriedad, crudeza e interpretaciones contenidas al igual que en la película de Villeneuve. La furia, la impotencia y todas las frustraciones de los personajes van por dentro y sus demostraciones no resultan operísticas o ampulosas, sino que se acercan mucho más al registro clásico del film estrenado en el 2007 que contó con Casey Affleck como principal estrella.
El final es amargo como un trago de fernet sin Coca más allá de la aparición con o sin vida de las nenas debido a que no existe redención completa sobre las tantas manchas de sangre en las manos de los protagonistas. Los actos realizados tendrán sus respectivas consecuencias. Si las nenas aparecen o no es anecdótico, debido a que el film ya ha expuesto su cometido. Bien por La Sospecha, que a fuerza de una cruda y gris puesta en escena y decisiones acertadas en el sobrio tono de la narración nos sumerge en las profundidades de la desesperación humana ante la vivencia de este terrible acontecimiento.