Keller Dover (Hugh Jackman) es un padre de familia. Como buen vecino, se lleva bien con sus vecinos, que tienen una hija de la misma edad que la suya. Como otras ocasiones, van a comer juntos y a disfrutar de una tarde en familia. Pero esa tarde se convierte en pesadilla cuando las dos pequeñas desaparecen sin dejar rastro, y la única pista es una casa rodante que estaba estacionada cerca.
Así comienza La Sospecha (título bastante raro, cuando la traducción directa, Prisioneros, no quedaba tan mal), película dirigida por Denis Villeneuve (Incendies, 2010), y coestelarizada por un elenco de lujo: Jake Gyllenhall, Viola Davis, Terrence Howard, Melissa Leo y Paul Dano. Y hablando de éste último, ¿cuándo será que la academia aprecie su trabajo y le de por lo menos alguna nominación?.
Un thriller de secuestro, en el que, una vez más, un hombre es capaz de llegar lejos para salvar a su familia. Un esquema bastante trillado. Aquí la diferencia es que no es de acción. No hay explosiones, y de hecho, no hay ni siquiera asomo de habilidades asombrosas ocultas. Fans del físico de Hugh Jackman, absténganse. Y es que, como en otros trabajos del australiano: The Prestige o Les Miserables, Jackman se mete en un papel que le exige actuación, que le exige talento. Y demuestra que si lo tiene aunque no sabemos si le alcance para ganar algún premio. Gylenhall por momentos parece muy lano y Paul Dano, con poco tiempo en pantalla, es quien en realidad mueve la trama por lo oscuro.
El único (y el mayor) problema del filme es su duración: 2 horas y media parecen exagerados para la historia que se quiere contar, aunque sea totalmente realista. Eso si, como buena película de hollywood, dejamos un final abierto por si la historia tiene éxito y se nos antoja contar una segunda parte.
Solo esperemos que no tarden mucho para traerla a México