Una comedia burguesa -que no se lea en esto ninguna descalificación- donde un padre divorcidado, casi adicto al sexo y con una vasectomía en proceso (Jorge Drexler) se reencuentra con un viejo amor físico (Valeria Bertuccelli) sin hijos, recién separada, que acaba de enterrar a su padre. Pasan muchas otras cosas, y hay secuencias directamente cursis hasta que adivinamos que es la imaginación (necesariamente cursi) de uno de los personajes. Pero más allá de sus múltiples hilos -que incluyen un campeonato de poker y el “regreso de la trova rosarina”- lo más interesante es que no deja soluciones simples: no podemos adivinar si, luego de su final, las cosas seguirán el curso feliz que parecen tener. El problema básico del film es técnico: en cierta parte de su desarrollo, tantas ideas no cuajan entre sí, y algunos personajes pierden peso. Por otra parte, no es poco mérito que Norma Aleandro logre el trabajo más equilibrado y cinematográfico de su carrera. De apariencia tersa y simple, hay algo más en esta película, incluso a pesar de sus debilidades.