El cine de Daniel Burman, como el de muchos cineastas argentinos del último tiempo, ha seguido un camino de evolución que la mayoría puede considerar lógico. De las historias no convencionales, arriesgadas, se ha pasado a proyectos masivos, encabezados por actores con el reconocimiento del público. Este rumbo que el director eligió en el 2008 con El Nido Vacío y luego profundizó con Dos Hermanos, alcanza su punto más elevado con La Suerte en tus Manos que, si bien es su apuesta más comercial hasta la fecha, pone de manifiesto que la primera etapa de su carrera no está concluida definitivamente.
Esperando al Mesías, El Abrazo Partido y Derecho de Familia conforman una trilogía dentro de su filmografía que ya se cerró, por lo que esos rasgos muy marcados que estas compartían ya no se perciben de la misma forma. Su cine ha "crecido", por eso no se encontrará a Daniel Hendler como alter ego del realizador en películas personales en las que se explora la relación con la figura paterna. Hoy Ariel, es Uriel. Y ese parecido que evoca el nombre se verá replicado en distintos fragmentos de su última película, los cuales provocan cierta cercanía con los trabajos de aquel período, a la vez que señalan la importante distancia que hay entre un Burman y otro.
Uriel, un hombre de hablar atropellado como aquellos que el director sabe construir, es un sujeto que se plantea entre dos mundos, el de la primera etapa del realizador y el de la nueva, y es ese tironeo el que hará que la película se quede a mitad de camino. La historia que Burman sabe contar es la de un mentiroso, fanático de los albergues transitorios y gran jugador de póker, algo que nunca termina de plantearse en serio como una adicción. Se reconocen no obstante ciertos detalles que buscan la cercanía con la mencionada trilogía, a la vez que, por así decirlo, "traicionan" esas primeras búsquedas. Aspectos como la relación paterna o el judaísmo, claves en los films anteriores, se perciben como superficiales, en el primer caso como una excusa para favorecer una mentira del personaje, en el segundo como un cliché detrás de otro, más orientado al humor que al sentido profundo de sus comienzos.
La Suerte en tus Manos se compone de una serie de platos fuertes que ponen en evidencia que el todo es menos que las partes. Hay una buena historia de reencuentro romántico entre Valeria Bertuccelli y Jorge Drexler (uruguayo también, "coincidencia" que refuerza lo de párrafos anteriores), cada uno con problemas familiares que el director ha demostrado sabe manejar. En medio de esto hay subtramas que no terminan de cerrar o integrarse a lo anterior, como el protagonista como una estrella del póker (literalmente no pierde nunca) o la forzada inclusión de La Trova Rosarina. Quizás sí se trate de un film con resoluciones azarosas que no demuestran lo mejor que el realizador tiene para ofrecer, pero el saber que las inquietudes primigenias no están del todo superadas es un premio más que suficiente.