Se (re)fuerza la máquina
Tradición Burman. Religiosamente, Daniel Burman se ha autoimpuesto estrenar una película con un promedio de dos años de diferencia, aproximadamente entre Marzo y Abril, y por ahora cumple con lo que propone. De esta manera, deja abierto su juego. Mostró sus cartas en Esperando al Mesías, y desde entonces controla el azar. Cambia de productores (no de socio), de guionista, pero Burman ha encontrado regularidad en su cinematografía, y no solamente desde un punto de vista industrial, sino también cualitativo. Ha encontrado una línea temática para desarrollar y profundizar trabajo tras trabajo, la mantiene. Puede cambiar un poco el tono, pero es fiel a una estética y a un tono que le permita movilizarse entre un cine de autor, con historias que se conectan mas no se unen, y al mismo tiempo comercial, con un público que lo sigue, generando pequeños éxitos comerciales, que lo ayudan a seguir manteniendo su productora, que muchas veces ayuda con la financiación de trabajos independientes de noveles autores, más experimentales y riesgosos (como fue el caso de Anahí Berneri).
Ese equilibrio, del que también forman parte en cierta forma, otros contemporáneos de la generación 01 como Caetano y Trapero, sumado a dos realizadores más veteranos como Campanella y Sorín, que encontraron sus mayores éxitos dentro de la misma época, es lo que se necesita para afirmar que autoría y búsqueda de público pueden ir de la mano. Todos ellos, aún hoy, consiguen ser fieles y llevando público gracias al apoyo de nombres de actores, que se han vuelto “importantes” en la “industria” cinematográfica.
Es cierto que de tan efectiva, la fórmula encontró una mecanicidad, que podría no atraer tanto a festivales extranjeros, que buscan siempre algo “nuevo” (leer las últimas reflexiones de Thierry Fremaux). Bueno, acá no hay innovación. Y aún así sigue funcionando. E incluso, hay una contradicción, porque a pesar de ser cine clásico y de género, La Suerte en tus Manos, fue seleccionada para competir oficialmente en Tribecca.
En su óctavo largometraje, Burman retoma los temas que más le interesan: familias distanciadas, el duelo patriarcal, la búsqueda del verdadero amor, las segundas oportunidades, el lugar que ocupa la religión, el azar y la suerte, todo esto en un contexto urbano porteño.
Uriel es un adicto al juego y al sexo, pero mantiene su vida ordenada y controlada. Sabe cuando retirarse de una mesa de poker y si va a relacionarse con varias mujeres al mismo tiempo, prefiere hacerse una vasectomía para que no haya “accidentes”. Tiene dos hijas, una ex esposa ausente de su vida y una empresa financiera que funciona como relojito. Esta rutina se rompe cuando se reencuentra con Gloria, quien acaba de regresar de Francia, tras el fallecimiento de su padre, con un novio francés barba candado. Ambos tuvieron una relación pasional en el pasado, pero cuando salían de los albergues transitorios, no lograban conectarse. Ahora, los dos van a tratar de construir una nueva relación; el problema es que Uriel, además es un mitómano, y su método de seducción se basa únicamente en decir una mentira tras otra.
Después de dos films casi crepusculares como El Nido Vacío y Dos Hermanos, Burman regresa con un personaje con el que siente mucha más empatía. Uriel es una versión un poco más exitosa y carismática que el Ariel (Daniel Hendler) de Esperando, El Abrazo Partido y Derechos de Familia. Es un acierto de parte del director, apostar por un intérprete menos taciturno e introvertido para la representación del personaje. La elección de Jorge Drexler, por un lado le permite alejarse un poco del modelo Hendler, es más cálido pero a la vez, es cierto que se nota, que el cantautor uruguayo (que ya había participado con Burman en la banda de sonido de El Nido Vacío), no tiene la seguridad ni la profundidad interpretativa del actor (también uruguayo), ahora convertido en director, y que ha puesto fichas en la televisión.
Aún así, lo interesante es la construcción del personaje, no solamente cada faceta que se va conociendo de su personalidad, sino también esa percepción e interés por describir los detalles que lo caracterizan. Burman, siempre se fija en los detalles. Algo que lo une por ejemplo con el cine de Gustavo Taretto. De que forma influye el vestuario, los objetos, la mirada, los gustos en el desarrollo que tiene el personaje, incluso los gustos musicales.
Si hay algo que siempre he criticado en Burman desde Crisantemo hasta Dos Hermanos, es que esa percepción no era equilibrada entre personajes masculinos y femeninos. Con la llegada de Sergio Dubcovsky, los personajes femeninos encontraron mayor desarrollo y profundidad dramática.
Como había sucedido con el personaje de Susana (Graciela Borges) en el film anterior, Gloria, no es solo una acompañante y complemento del personaje masculino. Tiene una historia propia, una meta que se va desarrollando en forma independiente y aislada de la de Uriel. Incluso, y gracias a la gran versatilidad expresiva de Valeria Bertuccelli, más contenida que en otros trabajos, el personaje resulta mucho más atractivo que el de Uriel.
Durante la trama, hay varias situaciones que se tornan un poco repetitivas y previsibles. Aún así el ritmo de la acción no cae en ningún momento, generándose un producto entretenido y efectivo. A diferencia de Dos Hermanos, su trabajo más oscuro y denso desde Esperando al Mesías, La Suerte en tus Manos, recobra el espíritu más lúdico y la energía más optimista y positiva de Derechos de Familia. Sin apostar por golpes bajos o sentimentalista, se convierte en un obra querible, amable, romántica, donde se realzan los valores familiares.
Visualmente impecable, se puede criticar que Burman ha limpiado un poco su estética, la volvió más transparente y accesible, pero también se toma algunos instantes para incluir secuencias más surrealistas, aún en un contexto verosímil, que forman parte de su firma personal.
El humor no siempre es ingenioso, y las citas a algunos símbolos de la cultura musical pueden resultar un poco obvios, pero esto no ensucia la historia.
Además de Drexler y Bertuccelli, hay un interesante elenco secundario, que aporta presencia y naturalidad a sus personajes. Si bien, no logran brillar ni son tan profundos como los protagónicos, Norma Aleandro y sobretodo Luis Brandoni tiene roles divertidos y fundamentales para el desarrlollo de Uriel y Gloria respectivamente. Gabriel Schultz no desentona, aportando humor sin desbordar, y sin duda es muy destacada la labor de los chicos Paloma Álvarez Maldonado y Lucciano Pizzichini.
En roles más técnicos, la fotografía de Daniel Ortega, la música de Nico Cota y el diseño sonoro de Jessica Suárez tienen una influencia en la creación de los climas de la obra.
La Suerte en tus Manos es una obra un poco más ligera y menos trascendente que otras de Daniel Burman, pero no tiene mayores pretensiones. La máquina sigue funcionando.