Mucho más que un film de “triunfo de la voluntad”.
El director James Marsh hizo un buen drama contando cómo un rey superó un defecto como su tartamudeo. Con "La teoría del todo" avanza hacia la superación de problemas mayores: cómo logró el físico Stephen Hawking seguir con su vida escribiendo best sellers y formar una familia, a pesar de que en la juventud le diagnosticaron sólo dos años de vida cuando empezó a sufrir una enfermedad que implicaba parálisis casi total, al punto de no poder caminar ni hablar y ni siquiera poder tragar la comida.
El tema es perfecto para esas películas sobre gente enferma cuyos protagonistas suelen lograr nominaciones al Oscar. De hecho "La teoría del todo" está aspirando a ganar cinco estatuillas (película, actor, actriz de reparto, guión y música).
Lo cierto es que más allá de los prejuicios y de que el film realmente califica como la típica película de "triunfo de la voluntad" que le encanta a los miembros de la Academia, "La teoría del todo" es una muy buena película que tal vez sólo se queda corta con lo que significa realmente el trabajo del personaje protagónico. Se dedica sobre todo a su vida personal, dado que el guión se basa en un libro autobiográfico escrito por la ex mujer del científico, Jane Hawking, quien se casó con él cuando ambos estudiaban en Cambridge y, si uno cree su relato, fue quien sostuvo al físico durante todos los años de enfermedad y crecimiento profesional, dándole tres hijos y ayudándolo incluso cuando perdió el habla y casi todos sus movimientos y escribió su libro más famoso, "Breve historia del tiempo".
Todo está muy bien actuado y contado, sobre todo el principio, cuando un supuesto mal estudiante casi echado de Oxford esboza una teoría cosmológica brillante en Cambridge, mientras enamora a la mujer de su vida. Felicity Jones es esta mujer, que prácticamente se roba la película, mientras que si bien no deja de ser eficaz, Eddie Redmayne tiene algunos tics ya muy vistos de figura famosa sufriendo algún tipo de discapacidad física.
La música de Jóhann Jóhannsson no sólo tiene pasajes hermosísimos, sino que además está muy bien utilizada por el director, que en algunos momentos culminantes la combina con imágenes realmente imaginativas sobre la inspiración de las teorías de Hawking. Momentos que uno querría que se repitan más a lo largo del film.