Segundo film de matemáticos: aquí es la vida de Stephen Hawking transformada en un melodrama con mucho de psicodrama de pareja y muy poco de agujeros negros y fascinación científica (mismo error de “El código Enigma”, de paso). Otra vez, la coartada es la actuación imitativa de Eddie Redmayne (que está mejor “sobreactuando” en “El destino de Júpiter”) y lo demás es telefilm fácil y, desgraciadamente, aburrido.