Un montón de nada
Dentro del pelotón de las seleccionadas para el Oscar 2015, hubo una evidente tendencia casi irrefrenable a volcarse por las películas basadas en hechos verídicos o biopics.
Ya tuvimos el estreno de "Foxcatcher", luego "Francotirador" de Clint Eastwood, conjuntamente con "La teoría del Todo" se estrena esta misma semana "El Código Enigma" con el eje central en la vida del matemático Alan Turing y próximamente veremos "Selma" con el escenario de las marchas de libertad en 1965 luchando por los derechos civiles y la figura de Martin Luther King en estas marchas pacíficas de protesta.
En el caso del estreno de esta semana, "La teoría del todo", narra la historia del físico y cosmólogo Stephen Hawking -importante teórico y divulgador científico- a partir de los años 60, época en la que cursaba sus estudios universitarios, narrará su posterior encuentro con Jane en Cambridge, quien se convertirá en su primer esposa y su historia de amor en el marco del diagnóstico de una enfermedad en la que supuestamente no le quedaban más de dos años de vida.
A Hawking, con tan sólo 21 años de edad se le había diagnosticado esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad que lo mantiene en silla de ruedas y hace que sus músculos comiencen a dejar de reaccionar hasta que el cerebro no pueda conectar con ellos.
Es conocida su historia dado que ha podido llegar a dar conferencias, por ejemplo, utilizando una máquina con un sistema de sintetizador de voz, le ha permitido también escribir libros o entre otras cosas, participar por ejemplo de un álbum de Pink Floyd.
Si bien gran parte de la historia se basa en los esfuerzos de la pareja protagonista para sobreponerse y abrir nuevos caminos en la medicina y en la ciencia, el guión, basado en las memorias de la propia Jane en su libro "Travelling to Infinity: My life with Stephen" tendrá una tendencia a reforzar la narración focalizando en su vida de pareja y dándole una importancia preponderante a la propia Jane en el relato.
Pero "La teoría del todo", aún en las manos del director James Marsh, comparada con las restantes películas nominadas que ya han sido estrenadas, pierde por goleada.
Es que en "La teoría del Todo", este multipremiado director por el documental "Man on Wire", parece elaborar casi exclusivamente una película enfocada en la temporada de premios y sigue al pie de la letra la receta que "gusta" en la Academia.
Por lo tanto, se genera una película con pocos matices narrativos, nada sorprendente y que no logra encontrar un giro novedoso -ni siquiera creo que en este caso Marsh lo haya buscado- que permita apartarla de la estructura del biopic netamente televisivo.
Si bien el oficio y la producción en general hacen que el film nade siempre seguro entre los andariveles de la corrección narrativa y también de la corrección estética, en ningún momento logra despegarse de un estricto relato de los hechos contados de una forma casi enciclopedista y con abundantes explicaciones.
Tampoco intenta romper una estructura narrativa clásica (como sucede, por ejemplo, con algunos momentos de narración en dos planos alternados como sucede en "Francotirador" de Eastwood) y construye a los personajes de una forma esquemática y sin demasiados dobleces (a comparación del Du Pont en "Foxcatcher" de Carell que tiene una infinidad de matices y diversidad de lecturas).
La banda de sonido y la forma en la que está filmada, buscan indudablemente el golpe de efecto y descansar en un terreno más cursi, subrayando lo que se quiere contar y confiando en la solidez de sus rubros técnicos que le dan un construcción estética amigable para el espectador.
Es por esto que "La teoría del Todo" se debate constantemente en tratar de levantar vuelo pero no se juega lo suficiente como para alejarse del producto que pretende la Academia de Hollywood para entrar en el circuito "oscarizable". Tal es así que vemos que yendo a lo seguro, ha logrado "colarse" en varias nominaciones tanto en los premios Oscar como en el Globo de Oro, cuando fuera de la temporada de premios podría haber pasado como una película más sin demasiadas estridencias.
El punto fuerte de "La Teoría del Todo" es la elección de Eddie Redmayne a quien vimos en "El buen pastor" "Elizabeth: la edad de oro" y que tuvo participaciones coprotagónicas destacadas en "Mi semana con Marilyn" y "Los Miserables".
Para su caracterización de Stephen Hawking, Redmayne asume un papel riesgoso por la posibilidad que tenía de caer en el grotesco o en la caricatura, mientras que logra la difícil tarea de mantenerlo creíble y contenido dentro de los límites que permitan brilla en este rol, sin exageraciones. Como plus, el parecido físico que guarda Redmayne con Hawking es realmente admirable.
Y Redmayne lo logra con creces, en un papel de esos que bien aprovechados, lo elevan de categoría casi automáticamente.
Y no solamente va transformándose a medida que avanza el deterioro físico que retrata la historia sino que también impresiona cuando muestra los rastros de lucidez mental que siguen habitando el personaje.
Hubiese sido mucho más fructífero que Redmayne pudiese contar con un guión más sólido pero aún con un estilo diferente a los que son sus competidores para el Oscar en el rubro mejor actor, apuesta a la construcción de un Hawking humano, sensible y medido pero que a su vez no guarda la complejidad del DuPont de Carell en "Foxcatcher", la oscuridad de Michael Keaton en "Birdman" ni la densidad de la historia que llevan en sus espaldas Bradley Cooper en "Francotirador".
Sabemos que la Academia adora los personajes que sufren enfermedades, más aún dentro del marco de una biografía y más aún si las historias contienen el condimento de superación personal que obviamente Hawking tiene y con creces. Con lo cual, a pesar de ser uno de los personajes de comprensión más lineal, es sin duda el trabajo de Redmayne el que se alzará con el Oscar dentro de unas semanas.
A su lado, Felicity Jones como Jane aporta su corrección y su belleza y no mucho más que eso, con un trabajo que parece haber sido sobrevalorado por los críticos en esta temporada de premios (dejando afuera de las nominaciones por ejemplo a un trabajo interesantísimo de Jennifer Aniston en "Cake").
Jones se maneja dentro del tono general que tiene el film que termina interesando por la figura del científico pero que no logra en ningún momento conmover ni involucrar al espectador en la historia -y aunque las comparaciones son odiosas, uno termina haciéndolas y hay múltiples puntos de contacto con "Una mente Brillante" que estaba narrada con otra tensión y otro vértigo completamente diferentes-.