La teoría de un poco
En rigor La teoría del todo cuenta la vida de Jane Wilde Hawking en relación con la de su ex esposo, la súper-estrella de la física Stephen Hawking (sí, el tipo parapléjico que habla a través de una computadora con voz robótica, que en general se refiere a los agujeros negros y supo aparecer en Los Simpson). Es decir, lo que nos vamos a encontrar son momentos más o menos significativos e icónicos de la vida del físico y cómo estos, desde el punto de vista de Jane, repercutieron en su familia.
Hasta aquí todo correcto con la premisa, sin embargo, a medida que trascurren los minutos nos vamos quedando sin sustancia, como si lo que se nos muestra fuera hueco de alguna manera, personajes y trama. En principio es una sorpresa lo poco singular que resulta la mirada que La teoría del todo revela sobre Stephen Hawking, es decir, el tipo no es el Papa, pero si uno alguna vez se interesó tan sólo de haberlo visto en la tapa de alguna revista Conozca Más, sabe que es un físico de relevancia, con una enfermedad que lo paraliza casi por completo, y que se comunica a través de un aparato extraño. No puedo afirmar que esto sea un problema del libro de Jane Hawking o de la película de James Marsh, sin embargo no se profundiza mucho más que lo que ya contamos acerca de la vida y obra del científico. Hay sí, algún diálogo perdido sobre su ambiciosa investigación pero es cuanto menos paupérrimo, y hasta me atrevería a decir que falso dada la escandalosa simplificación que se hace de los conceptos. No es que se pretenda ver física de agujeros negros desarrollada ampliamente en una película como esta, sin embargo tampoco se espera ver una teoría compleja reducida a teología barata y libros de autoayuda.
Si dejamos de lado que la historia de La teoría del todo incluye a Stephen Hawking, no se puede dejar de pensar lo parecida que es la vida real a un drama de pareja de Hallmark. La vida de Jane y Stephen es tan predecible que asusta lo aburrida que se ha puesto la realidad. Más allá del chiste, digamos que ya que vemos cómo la película se centra en lo inevitablemente escaso que ha sido Hawking como esposo, tampoco podemos decir que haya sido un padre excesivamente malo o un compañero desmesuradamente indiferente, realmente se ha comportado como la mayoría de nosotros sólo que tuvo su enfermedad como excusa.
Por otro lado, además de esbozar mediante paralelismos entre la física y la vida en general para concluir verdades de cuarta, debemos decir que James Marsh logra algunos planos de notable belleza, donde se nota un interesante trabajo visual. Las actuaciones están correctas, (Eddie Redmayne se queda quieto con mueca de sonrisa con mucha naturalidad) y Felicity Jones hace bien lo que siempre hacen las actrices que interpretan a mujeres reales, ser más linda que la original.
La teoría del todo termina demostrando que aquello de que “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer” es irrelevante y exagerado en ambos sentidos. Tanto Jane como Stephen fueron extraordinarios en sus términos y en tanto se lo permitieron las circunstancias, así y todo, esto no está del todo reflejado en esta floja película. Y además si creemos en que todos los hombres y mujeres merecedores de biopics han sido casi exclusivamente definidos por su historia amorosa y su locura galopante, entonces no hagamos más de estas películas porque son todas Una mente brillante, es decir, mentira.