Otra biopic, y vamos… Más allá de remarcar la sobrepoblación del género biográfico en la cartelera reciente hay que reconocer que ninguno de estos estrenos es malo sino todo lo contrario, y particularmente La teoría del todo es la propuesta más emocionante de todas.
La vida de Stephen Hawking es apasionante, una leyenda viva sin lugar a dudas cuya historia es más que fértil para una adaptación cinematográfica.
Encima los realizadores estuvieron muy piolas al enfocar todo el relato alrededor de la historia de amor entre él y su esposa Jane Wilde y como ella llevó adelante toda su enfermedad.
Y aquí hay que detenernos: en la famosa enfermedad de Hawking que cuando se la detectaron en la década del ‘60 le dieron dos años de expectativa de vida y el hombre no solo combatió ese presagio hasta la actualidad sino que marcó un antes y un después en la comunidad científica.
También hay que reconocer que su fama mundial no solo se debió a sus grandes teorías sino también a su apariencia y forma de comunicarse como resultado del mal que padece, y es aquí es donde hay que aplaudir a Eddie Redmayne, quien logró una interpretación formidable a través de una transformación física en su cara y postura.
Los elogios quedan cortos ante tan magna caracterización y los premios que está recibiendo por ella son más que merecidos. ¿El Oscar? Sería lo obvio pero Michael Keaton también está muy bien, pero bueno, ese es otro tema…
Felicity Jones, prácticamente una actriz desconocida a no ser que seas un cinéfilo de ley, logra no solo enamorar sino también emocionar desde la desdicha y luego desde la superación.
Y si hablamos de superación, en La teoría del todo nos encontramos con esas historias que los norteamericanos adoran: aquellas en donde el personaje principal se auto-supera y emerge victorioso desde su propia desgracia enseñando en el camino.
Por eso la película funciona tan bien, por sus magníficas actuaciones y su emocionante historia real. Todo expuesto bajo en certero lente comandado por el realizador inglés James Marsh, quien viene de hacer dos films muy interesantes: Shadow dancer (2012) y The King (2005).
Hay un plano que resume la belleza del film, es bien al principio y antes de que comience el drama. Es cuando los protagonistas se declaran su amor bajo las luces de unos fuegos artificiales. La angulación de la cámara, la paleta de colores y la música en ese solo plano sin diálogos da testimonio de buen cine.
La teoría del todo es una película no solo emocionante por la espectacularidad de su historia y personaje sino también por lo intimista que logra ser, una combinación poco usual.
Un estreno que sin dudas no hay que perderse en esta temporada de premios.