"La tercera orilla trabaja fuertemente con la categoría de limbo, de ese espacio indefinido (o de espera) entre cosas, entre estados. Nicolás es ese limbo, sus hermanos también lo son. Porque ellos son los hijos de Jorge, pero nunca le dicen papá. Porque son su familia pero a la vez no son su familia. Porque van al mismo colegio privado al que va su medio hermano (colegio que seguro el padre les paga) pero viven en una casa con comodidades, estilos y espacios muy diferentes de aquella en la que viven Jorge, su mujer y su hijo. De hecho, Nicolás visita esa casa cuando ellos no están. Ese no es su espacio, pero necesita invadirlo de algún modo para sentirse parte de él, para afirmar que no quiere ser parte de él. Para elegir ser todavía ese medio que está donde no está su padre". (Fragmento de la crítica publicada en HC 145)