La toma se mete en las aulas del colegio secundario Nicolás Avellaneda del barrio de Palermo. Los parpadeos de esa historia que llegan a través de los medios tienden a ser en blanco y negro, con héroes y villanos, y la película de Gugliotta lo que muestra es el modo en que, con aciertos y errores, todos trabajan en torno a una misma idea, que es la de mejor educación en mejores condiciones.