Stephen King: vendedor serial de pescado podrido. El tipo vende libros del tamaño de un bloque de cemento por millones, pero hace décadas que no escribe algo decente. Sus primeros libros eran excitantes – Carrie, It, el cuento La Niebla, Salem’s Lot – pero, pasada su época de oro, comenzó a reciclarse de manera salvaje, extensa y cada vez mas aburrida. Y cuando King se mete a hacer ciencia ficción, Dios me libre y me guarde. ¿Se acuerdan de esa estupidez monumental que era The Running Man – un reciclado de La Décima Victima con muchísimo menos talento y efectos especiales baratos – ? . Ahora es el turno de The Dark Tower, una saga que ha disparado una tonelada de libros escritos a lo largo de 20 años y que los fans del autor han pujado a gritos para que llegue a adaptarse a la pantalla grande.
Pero si La Torre Oscura se trata de esto… por Dios, qué licuado de sanata. King ha afanado ideas a medio mundo – desde La Tierra Media de El Señor de los Anillos a el pistolero sin nombre de La Trilogía del Dolar de Sergio Leone – pero nada de esto pega con moco. El gran drama con The Dark Tower es que nunca se siente como un universo creíble: la gente vive en condiciones paupérrimas pero tiene fuentes de energía y tecnología futurista, el pistolero es un justiciero capaz de hacer proezas ridículas pero no sabemos si tiene algún super poder (¿por qué diantres el villano no lo revienta de una buena vez?), el tipo usa armas del lejano oeste pero forjadas con el acero de la espada Excalibur (la espada mágica del Rey Arturo!), hay una torre arbitrariamente ubicada en medio de esta Tierra Media trucha, en donde divide el bien y el mal y la cual sólo puede ser destruida con la energía que poseen los niños… demasiada estupidez metida en una sola bolsa. Cuando Tolkien escribió el universo de la Tierra Media lo pobló de criaturas coherentes basadas en leyendas y figuras mágicas, y pintó a las figuras malignas de manera realmente sencilla: querían el anillo para doblegar a todos los seres vivos. Acá el Hombre de Negro (que ridículamente se llama Walter; ¿en serio?) quiere matar a todo lo que respira para atraer demonios de otra dimensión, a los cuales regiría. ¿Cómo está tan seguro de que dominaría unos bichos que nunca vió?. ¿Si el tipo tiene tanto poder, no sería mucho mas feliz esclavizando a los pobres diablos que sobreviven en un mundo devastado y casi sin recursos?.
Si el filme se salva de la muerte por lapidación es porque Idris Elba y Matthew McConaughey hacen maravillas con sus personajes, y los momentos de acción son bastante decentes. Idris Elba es tan badass que es estratosféricamente ridículo y, aún así, completamente festejable: recarga viejas Colt tirando los cargadores al aire o rotándolas sobre su cinturón cargado de balas; le pega al ojo de una hormiga a 500 metros y hasta puede hacer carambolas con las balas. Mientras McConaughey rebosa tanta clase como veneno, y es un villano de primera línea; es una lástima que estos dos personajes tan apasionantes queden enroscados en una historia estúpida, llena de supuestos y clisés del chosen uán que te terminan pudriendo. Hubiera sido mucho mas interesante volar la historia del pibe, y reducir todo a un enfrentamiento entre el pistolero y el hombre de negro.
La Torre Oscura zafa como entretenimiento pochoclero porque los actores principales rebosan carisma y dicen con pasión los chirriantes diálogos que King les ha escrito; pero no es una buena película, ni siquiera una que te entusiasme como para clamar por una secuela. King podrá ser un gran narrador en el papel pero, cuando resumís sus historias en 10 lineas, te das cuenta que se tratan de disparates sin pies ni cabeza y ello queda en evidencia en La Torre Oscura, la cual no entusiasma ni a fans ni a neófitos de la obra de King.