El torre oscuro
La adaptación cinematográfica de La torre oscura, de Stephen King, pierde toda la épica y la transforma en una película confusa y delirante.
El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él” quizás sea el equivalente pop de “Durante mucho tiempo me acosté temprano”. Esa oración, que es además el primer párrafo del primer tomo de La torre oscura, la escribió Stephen King en 1970, cuatro años antes de la publicación de Carrie, su novela debut, 12 antes de la publicación de ese primer tomo, y 34 antes de la aparición del último. King tenía apenas 22 años, quería escribir una obra épica de la ambición de El señor de los anillos y acababa de quedar embelesado por los paisajes polvorientos y la figura de Clint Eastwood en El bueno, el malo y el feo, de Sergio Leone.
Con Tolkien, Leone, Eastwood y también con algunas imágenes del poema “Childe Roland to the Dark Tower Came”, de Robert Browning, King construyó una obra que atravesó todas sus otras obras, toda su vida. Ese primer volumen empieza con un capítulo largo que ocupa alrededor de un tercio del libro, tan árido como el paisaje que describe, en el que el ambiente de western es invadido por la melodía de “Hey Jude”. King introduce lo extraño muy lentamente y a medida que avanzan los libros la historia se va abriendo a distintos mundos y espacios temporales, siempre con el norte puesto en la misión del pistolero que persigue al hombre de negro, como años antes Frodo buscaba destruir el Anillo.
La adaptación de esta serie de libros al cine o a la televisión era obligada pero compleja. Exigía la misma ambición que tuvo King al imaginarla y escribirla, o quizás más. Hay que pensar en las seis películas de El señor de los anillos que duran más de 17 horas en total, o en la serie de Game of Thrones, que con sus 8 temporadas va a durar casi 75 horas. Pero no se trata acá de un tema de longitud, solamente (aunque King siempre dijo que su primer objetivo fue escribir la historia más larga de la literatura), sino también de complejidad. Tanto Game of Thrones como El señor de los anillos transcurren en mundos de fantasía sin relación con el nuestro y las historias son lineales, más allá de algunos flashbacks convenientes. La torre oscura transcurre en varios mundos, uno de ellos es el nuestro, y hay un juego temporal importante. La longitud es central para introducirnos en los vericuetos de la trama y hacerla verosímil. De ahí ese primer capítulo largo y árido, de cierto correlato estructural con la “Overtura” de En busca del tiempo perdido, que nos pone en el ánimo indicado.
Toda esta cháchara (que espero convenza a alguno de entrar al mundo fascinante de La torre oscura) es para decir que la película del danés Nikolaj Arcel es la peor posible. No es culpa de Arcel, aunque la elección es rarísima puesto que su única cucarda es La reina infiel, nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2013. Visualmente la película es prolija e imaginativa y logra mantener el ritmo. El problema es que todo parece una ensalada de tópicos de Stephen King, como si fuera una parodia de Stranger Things, que a su vez era un homenaje demasiado explícito a su mundo (y aún así, duraba casi 6 horas).
Jake (Tom Taylor) es un chico que sueña con un pistolero (Idris Elba) que persigue a un hombre de negro (Matthew McConaughey), que busca destruir la Torre y, con ella, al mundo. Sus padres creen que el chico tiene problemas psiquiátricos y lo van a internar, pero el chico se escapa y pasa al otro mundo, el Mid-World, en donde se encuentra con el pistolero. A la vez, en ese mundo vemos una especie de grupo de seres que trabajan bajo las órdenes del hombre de negro y que controlan diferentes portales a distintos mundos.
La película nos tira todo este delirio por la cabeza y no queda nada del western, de lo extraño o de lo ambicioso. Y además, incluye referencias innecesarias al mundo de Stephen King: el auto de Christine, un cartel de Pennywise, la referencia a que Jake tiene “the shine” (el mismo resplandor que Danny Torrance), y quizás alguna otra que se me escapó. Como película dirigida al fanático de King, seguramente resulte un fiasco; y aquel que no esté un poco familiarizado con su obra, probablemente quede totalmente afuera.
Según dicen, se viene una serie de televisión y, quizás, una segunda película. Este paso en falso no parece augurar buenas cosas. Solo queda esperar al 21 de septiembre para ver It, de Andy Muschietti, que pinta ser algo muchísimo mejor.