El inquietante universo del escritor Stephen King no ha tenido demasiada suerte en sus adaptaciones a la pantalla grande, a no ser por excepciones como El resplandor, Carrie y La hora del vampiro. La Torre Oscura está basada en una serie de sus 8 novelas que comenzó a escribir en 1982 y el resultado es decepcionante en varios sentidos.
Una historia compleja para comprimirla en noventa minutos que combina aristas fantásticas, terror y western post-apocalíptico cuando el niño Jake -Tom Taylor- comienza a tener pesadillas sobre un mundo paralelo. El film contrasta una vertiginosa ciudad neoyorquina con un universo en el que el pistolero Roland -Idris Elba- persigue al villano de turno, el Hombre de Negro -Matthew McConaughey-, que controla un ejército dedicado a secuestrar niños en la Tierra.
Con un comienzo atrapante en el que una madre se desmorona por los comportamientos y los dibujos extraños de su hijo, la película presenta ecos de Los invasores, portales que se abren hacia otros mundos, terremotos y criaturas monstruosas que se ven camufladas por la piel humana. Entre las persecuciones en La Gran Manzana y una Torre que se alza en medio del mundo paralelo, se construye la despareja historia escrita por Akiva Goldsman y dirigida por el danés Nikolaj Arcel.
Si bien el relato ofrece algunas situaciones entretenidas, el resto se va desmoronando sin demasiados atractivos entre los que sobresale el joven actor Tom Taylor, que logra ponerse el papel al hombro ante las deslucidas participaciones del resto del elenco, entre pirotecnia visual sin adrenalina, personajes planos y monstruos que no suman suspenso ni tensión a esta trama, en la que también aparece un destruído y abandonado parque de diversiones. Una torre que prometía mucho más de lo que entrega.