Hay veces en que Steven Soderbergh decide incursionar en terrenos más comerciales como para generar algunas ganancias y seguir manteniéndose independiente. Pasó con la trilogía de La Gran Estafa y con Un Romance Peligroso, y ahora pasa con Indomable. Este es un thriller de espionaje muy en la onda Jason Bourne, sólo que con faldas. Mientras que la acción es brutal e impresionante, la trama resulta artificialmente complicada y no es todo lo satisfactoria que debiera. Aún así, Haywire está por encima de la media, y es mucho más competente que el 90% de los filmes de acción que circulan hoy en día por los cines.
Desde la invasión a Irak que sabemos que hay agencias de seguridad que funcionan más como ejércitos privados que como simples vigilantes del orden. Falta que se sofistiquen un poco y se transformen en una especie de corporación de mercenarios. Algo de ello es lo que ocurre aquí: hay un operativo sucio - concretamente el rescate de un periodista chino en España - y la CIA decide mandar al frente a un contratista (Ewan McGregor), el cual tiene su propio cuerpo de élite de compuesto por chicos duros. Entre ellos se encuentra nuestra protagonista (Gina Carano, ex artista marcial y ex gladiadora televisiva), una mujer maciza y pechugona que parece la versión wrestler de Nia Vardalos. La Carano va al frente en el operativo de rescate y pareciera que todo va bien, pero...
Lo que sigue es una trampa. Cuando la chica está por irse de la agencia, la mandan a otro operativo. Desconfiando de la pareja que le asignaron (Michael Fassbender), decide rastrearlo y termina poniéndose alerta cuando encuentra el cádaver del chino que rescató el día anterior. ¡Euh! ¡Qué trabajo llevarlo de España a Irlanda para incriminar a la pechugona!. Como sea, las cosas se ponen espesas, Fassbender se va a cantar tangos al otro barrio, y la Carano entra en Matt Damon full mode, exterminando a cualquiera que se interponga a su paso, y rastreando a su ex-amante / ex jefe / inminente fiambre McGregor. Un teléfono pinchado por ahí, algún hackeo por allá, y pronto tenemos una lista de direcciones de la gente de la cual queremos vengarnos.
En cuanto a atmósfera, Haywire está cargada de tensión. Hay persecuciones y hay situaciones explosivas que uno espera que detonen de un momento a otro. Y, cuando lo hacen, son brutales. Las peleas son largas y sanguinarias y, sobre todo, se vean realistas. Los enemigos tardan en caer. La Carano recibe más trompadas que Schwarzenegger y Stallone juntos en toda su carrera. Las resoluciones son violentas en la misma onda shockeante de Steven Seagal. Quizás el tema es que la acción se alarga demasiado y, aún así, el filme llega boqueando a una hora 26 minutos de duración. Es como que le falta trama - la que hay es demasiado corta y no es muy clara que digamos -. Y a esto se suma que el climax es anticlimático, demasiado limpio y breve en comparación con las expectativas creadas.
Sin dudas Indomable es competente y tiene sus momentos, pero no es todo lo pareja que debiera. El problema es el libreto, que es minimalista. Por lo demás, Soderbergh se encarga de disfrazar muy bien la falta de substancia, y eso salva el filme. Lo otro es la presencia de la Carano - que se defiende bastante bien actuando junto a un desfile interminable de enormes estrellas, y que pelea como los dioses -, la cual precisaría tener un filme más para confirmar (o no) si tiene cualidades de estrella.