Diversidad histórica
¿Cuál es el modo correcto en que las ciencias deben ser abordadas? Tradicionalmente hablar de ciencias acarrea la idea de teorización, planteos y rigurosidad de letras y números, según sea el caso.
En el último período han surgido cada vez más corrientes que nos hablan de los distintos tipos de ciencias, alejándolas de los pesados manuales y acercándolas a la lógica de lo cotidiano.
Adrián Paenza, Diego Golombek y Felipe Pigna son algunos ejemplos en nuestro país de quienes -en su materia- saltaron a la popularidad por acercar los postulados y las letras escritas al lenguaje cotidiano y la investigación más fresca.
Justamente los últimos nombres mencionados forman parte de La trans de la patria, el nuevo documental de Recalde, quien por un rato se aleja de los volúmenes homenajes al humorista Tangalanga que lo mantuvieron ocupado en los últimos años.
La trans de la patria es en principio un documental histórico, pero ¿es un documental? ¿cuál es el límite de lo estrictamente histórico? Así, bordeando la tangente, Recalde consigue algo cercano a un relato atrapante.
¿Quién es es@ chic@?
Cuenta la historia que, hace muchos años, en un viaje Diego Recalde conoció a una de esas personas con las que uno no se cruza todos los días: un guía turístico aficionado a la historia, quien le planteó una teoría que en un principio le resultó disparatada, pero con el correr de los tiempos fue tomando otro cariz.
Ahora, con La trans de la patria, Recalde intentará hacer con nosotros lo mismo que aquel guía hizo con él.
Con este propósito en la cabeza, realiza dos viajes que redundan en uno. Por un lado, visita distintos historiadores, sociólogos y afines, a los que les planteará la “famosa” teoría oculta. Por otro, por supuesto, encontrar a aquel guía que pueda aportarle más datos.
No estamos hablando ni de Félix Luna, ni de Franco Bagnato: ante todo, Recalde es un humorista. Por lo que en La trans de la patria, aunque tomemos en serio su postura, prima la comedia.
¿De qué estamos hablando? Recalde parte de una premisa sencilla: la historia la escriben los que ganan. Cuando se revisa un relato histórico, quiérase o no, este estará cargado con la subjetividad de quien relata, y durante mucho tiempo primó el conservadurismo. Quizás no todo es como nos lo contaron.
Si tenemos al padre de la patria y a la madre patria (o en su reemplazo más físico, figuras femeninas varias que ocuparon roles trascendentales en el armado del país), ¿por qué no tener una figura que hable de la diversidad sexual, del “tercer sexo” en nuestra historia fundacional? No es algo antojadizo, Recalde y nuestro guía desaparecido tienen una idea de quién puede ser.
No me coman soy…
Sin ahondar demasiado, es mejor ir descubriéndolo de a poco, como propone La trans de la patria. En el Siglo XVI, Solís comanda a un grupo de “soldados” y navegantes que llegan hasta nuestras tierras. Aquí son abordados por un grupo de nativos caníbales que los toman por prisioneros y tienen el fin adecuado a esa costumbre… Todos menos uno, un grumete muy particular: Francisco del Puerto, que la historia reconoce pero de un modo muy diferente a la idea que tienen Recalde y su desconocido amigo.
Por La trans de la patria transitan los citados Pigna y Golombek, también Pacho O’Donnell y Eduardo Lazzari, entre otros, a los que Recalde trata de convencer sobre su idea de la tergiversación histórica.
Todos en un principio lo aceptan como algo distendido, alejado de la realidad; pero cuando vean que la cosa va en serio, algunos le seguirán “el juego” y en otros se notará la clara incomodidad.
Paralelamente, como dijimos, Recalde tratará de dar con la huella de este guía, en un viaje que tendrá mucho de emotivo. ¿Lograrán reencontrarse?
Con mucho sentido del humor, algunas recreaciones históricas ad hoc, y unas infografías muy creativas, La trans de la patria nos va conquistando hasta hacernos dudar a nosotros como espectadores sobre lo que estamos presenciando.
Párrafo aparte, más allá de tomarse en solfa, La trans de la patria construye una reivindicación como pocas veces se vio en nuestro cine a la comunidad LGBTIQ; dejando en claro que se puede respetar sin necesidad de ser solemne.