"Un delirio maravilloso”. A los veinte minutos de película, Pacho O’Donnell define con precisión La trans de la patria. Y lo hace frente al director de este encantador disparate, Diego Recalde, que jamás pudo olvidar un chimento que hace casi veinte años le contó un guía turístico en Colonia del Sacramento, Uruguay, y a partir de esas palabras construyó esta suerte de comedia documental.
La teoría se refería a Francisco del Puerto, el único sobreviviente del grupo de ocho expedicionarios que, bajo el mando de Juan Díaz de Solís, desembarcó en las actuales costas uruguayas en 1516. Según el dichoso guía, los indios no se comieron al grumete porque éste ya no era Francisco sino “La Pancha”, y los habitantes de estas tierras no devoraban mujeres ni niños.
Esta hipótesis quedó repiqueteando en la cabeza de Recalde y él, especialista en investigaciones utópicas -recordar que es el autor de la trilogía Víctimas de Tangalanga- decidió ir tras las pistas del caso. Primero consultó una profusa bibliografía sobre el tema (El entenado, de Juan José Saer, es una de las obras inspiradas en Del Puerto) pero no encontró ningún dato fehaciente, así que para darle forma a su elucubración salió a entrevistar a posibles fuentes de iluminación. Así se sentó frente a tres de los historiadores mediáticos más conocidos -O’Donnell, Felipe Pigna y Eduardo Lazzari-, al divulgador científico Diego Golombek, y al escritor Gonzalo Demaría, entre otros.
Intercaladas con originales dramatizaciones, estas charlas van profundizando en la teoría de que Francisco del Puerto no sólo fue el primer blanco en habitar estos lares, sino también la primera trans, y quien introdujo el beso y otras novedades sexuales en el continente. Son diálogos que hay que ver para creer: el verdadero protagonista de esta historia no es otro que el propio Recalde, que con su entusiasmo y simpatía llevó su delirio hasta las últimas consecuencias (es decir, esta inclasificable película).