No será una película inolvidable pero es un paso interesante y bien realizado para el lado al que la comedia internacional está yendo.
Hay un tipo de comedia que en los últimos años se escurrió de a poco pero sin detenerse en las pantallas de todo el mundo: la fiesta descontrolada. En su momento, American Pie era una película única entre un montón de su género que poco descontrol tenían para ofrecer, pero pronto la cosa cambió. La fórmula planteada en esa saga comenzó a afinarse, mejorarse, y adaptarse a la actualidad. Ahora la comedia de descontrol está claramente definida y casi tiene suficientes ejemplos como para ser considerada un subgénero. La más famosa de las recientes es ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009). Movió tanto al público que terminó convirtiéndose en una trilogía; concluyó en 2013 luego de generar más de un billón de dólares alrededor del mundo.
Luego de la separación de Dante (Alan Sabbagh), sus dos mejores amigos Alan (Nicolás Vázquez) y Pedro (Benjamín Amadeo) deciden hacer una gigantesca fiesta para animarlo. Alan es vendedor inmobiliario, y eligió una mansión que iba a estar vacía el fin de semana para llenarla de gente, alcohol y música. A la mañana siguiente descubre, para su sorpresa, que una de las pertenencias más queridas del violento dueño de la casa, desapareció. Los tres amigos deberán combinar lo poco que recuerdan de la noche anterior con todas las pistas que puedan encontrar para recuperar este preciado objeto y la sospechosa, interpretada por Eva De Dominici.
La comedia argentina está resurgiendo de a poco. Cada vez son más actuales y menos familieras, dejaron de intentar repetir fórmulas del pasado. La dirección de La Última Fiesta está a cargo de dos personas: Nicolás Silbert y Leandro Mark, juntos ya habían dirigido Caídos del Mapa (2013). El reparto tiene algunas caras conocidas y otras no tanto. Los tres protagonistas son interpretados por Nicolás Vázquez, Alan Sabbagh y Benjamín Amadeo. Los acompañan Eva de Dominici (Los Ricos no Piden Permiso, 2016) y Julián Kartún, conocidísimo por su personaje Caro Pardíaco. Las actuaciones son poco comprometidas pero entonan perfectamente con el conflicto ridículo que el film plantea en su trama. Es como un sketch muy largo, y eso es tal vez lo que más compre al público.
A pesar de ser un subgénero bastante nuevo, esta comedia descontrolada llena de fiestas llegó muy rápido a la cima. Películas como 21 Jump Street (2012) o The Hangover (2009) se alejaron del combo simple de ‘amigos + fiesta’ y lo convirtieron en casi una comedia noir, si puede hacerse esa combinación. Al estilo de Lock, Stock and Two Smokin’ Barrels (1998) o Superbad (2007), los personajes van de mal en peor de forma constante, casi siempre en el transcurso de una sola noche, y es ahí de donde La Última Fiesta toma prestado. El toque argentino, sumado a lo actual del slang de los personajes hacen de esta una comedia bien redondeada y hasta mejor que muchas producciones millonarias del extranjero.