La gran parranda
Si bien ya hemos visto muchas veces en producciones extranjeras propuestas similares, hay que destacar la capacidad del film de Nicolás Silbert y Leandro Mark para aggiornar al uso nostro el subgénero de “películas de fiestas”.
No sólo eso, es un hallazgo la elección del elenco donde no únicamente el trío protagónico compuesto por Nicolás Vázquez, Alan Sabbagh y Benjamín Amadeo trabaja con solidez las características que describen a cada uno de sus personajes (la moral, el impulso, la inocencia), sino que se suma una serie de actantes periféricos que terminan potenciando el ofrecimiento.
La trama de La última fiesta (2016) es simple: dejando atrás una relación de años, Dante (Alan Sabbagh), un gris empleado de museo, se deja convencer por sus amigos Alan y Pedro (Nicolás Vázquez, Benjamín Amadeo) para realizar una fiesta en una lujosa mansión. Como epicentro de la celebración está la excusa de su ruptura amorosa, producto de la incapacidad de Dante para asumir nuevos compromisos exigidos por su novia (Paula Carruega).
Esa noche de excesos, vicios, y locura total, consolida la amistad con sus compañeros de la infancia, aquellos que siempre estuvieron a pesar del noviazgo y las actividades de cada uno. En el medio la confusión: una bella mujer (Eva de Dominicci) atrapa desde un primer momento la atención de Alan y termina por llevarse un valioso cuadro de la mansión, por lo que deberán encontrarla antes de devolver el lugar en condiciones al verdadero dueño con la mayor resaca de sus vidas y con la mitad de la fiesta olvidada en sus memorias. En la búsqueda se topan con maleantes, traficantes, mafiosos y actores pornos, que impiden que el objetivo sea conseguido rápidamente.
Así, el hábil guión de Nicolás Silbert, Lucas Bucci, Tomás Sposato y Agustina Tracey prefiere que el gag y el punchline para reforzar la línea narrativa, y ahí es en donde todo confluye en una lograda comedia en la cual el objetivo planteado inicialmente, se cumple con creces.
La última fiesta continúa afianzando la labor de los directores, quienes repiten tras Caídos del mapa (2013) en el cine de género, e incorporan al panorama argentino algunos usos y costumbres de la comedia americana. Si bien posee algunos vicios de este tipo de films (bromas escatológicas, ralentíes, flashbacks innecesarios), logra sortear lugares comunes con las impecables actuaciones en clave de género del trío protagonista y el impresionante cast secundario con labores únicas de Roberto Carnaghi, como el padre de Alan, un viudo adicto al porno, Graciela Pal, una mafiosa que debe sortear los errores de su hijo (Julián Kartún), o las participaciones especiales de Luciano Rosso y Sebastián Presta, César Bordón, por nombrar sólo algunos.
La película cumple con su premisa -introducirnos en una fiesta inolvidable- mientras empatizamos con sus personajes con situaciones memorables (el latiguillo Alan, Alan, Alan, Alan que dice el personaje de Amadeo es sólo una de ellos) y nos hace creer que podemos todavía, entrar al cine y reírnos sin prejuicios del reflejo patético de nosotros mismos en la pantalla grande.