Teniendo en cuenta los últimos años de la pandemia mundial por COVID, la emoción y la cruda relatividad de La Última Noche son coincidentes e incómodamente realistas. Camille Griffin utiliza la excusa de un supuesto fin del mundo para analizar el momento que nos ha tocado vivir; consigue contrariarnos, pero también, que disfrutemos de la reunión redentora de este grupo de amigos en sus últimas horas.