En el momento en que todas las plataformas, sin excepción, ofrecen miles de productos navideños que van desde las comedias románticas, películas familiares, productos de animación, hasta especiales navideños de reconocidas series, “LA ULTIMA NOCHE” comienza con el típico planteo de reunión entre amigos navideña, para ir cambiando rotundamente de género, ingresando rápidamente en planteos existenciales y decisiones que deberán tomar cada uno de los protagonistas frente a la posibilidad apocalíptica de una última noche en la faz de la Tierra.
Dentro del grupo de personajes, el guion busca representar todos los estereotipos, sin olvidar de ser lo más inclusivo posibles. Familias tradicionales con sus hijos –con su felicidad real o fingida-, parejas homosexuales, noviazgos interraciales: el clan de amigos de toda la vida logra abarcar todas las potenciales opciones. Un grupo donde podremos encontrar el reflejo de la sociedad actual donde el guion juega con diálogos irónicos, con un humor típicamente inglés para clavar el bisturí sobre una clase lo suficientemente acomodada como para poner la lupa sobre los aspirantes a la actual high society.
En un giro bastante sorprendente, nos enteramos que una gran nube de gas tóxico está acabando con toda la humanidad, y esta gran fiesta se transformará en una despedida general para pasar juntos esta última noche del título, despedirse de los afectos y enfrentarse a una decisión compleja: tomar o no la pastilla que los gobiernos han decidido repartir para una muerte rápida, efectiva y sin dolor, asegurando un sueño placentero para abandonar este mundo.
Todos parecen completamente decididos con lo cual, el personaje más interesante del grupo es Art, el hijo de la pareja que componen Keira Knightley y Matthew Goode, que presenta pequeños actos de rebeldía y plantea preguntas que ponen en jaque a la postura de sus padres. Como un elemento adicional, Art está interpretado por Roman Griffin Davis, quien además de ser el hijo de la directora, es quien todos recordaremos como el protagonista absoluto de “Jo Jo Rabbit” que demuestra una vez más la atracción que produce frente a la cámara.
El grupo de amigos tendrá, como sucede en toda reunión, algunos secretos, cuentas pendientes de resolver, situaciones del pasado que parecen salir a la luz en el momento menos pensado, y el tono de comedia agridulce va mutando a un tono mucho más dramático frente a la decisión que tomará cada uno de ellos respecto de consumir o no la pastilla.
Camille Griffin acierta desde la dirección en generar los diferentes climas que requiere cada uno de los géneros que “LA ÚLTIMA NOCHE” intenta abarcar. Pero precisamente, en el intento de abordar ese momento apocalíptico de una forma diferente a cualquier típica película del fin del mundo (inclusive en un juego de dígalo con mímica se hace referencia a “El día después de mañana” como una obvia alusión a aquellos productos de los que quiere alejarse) la historia comienza a navegar en ciertas imprecisiones sin saber en cuál de las propuestas puede o debe hacer pie.
La narración coral funciona, sobre todo por la solidez del elenco y junto a Knightley y Goode, están Lucy Punch, Lily-Rose Depp, Annabelle Wallis de “The Tudors” y “Peaky Blinders” y Kirby Howell-Baptiste de “Porqué matan las mujeres”. Pero la falta de precisión en la elección del tono de la historia cuando se aleja del humor ácido inicial, esa mezcla de géneros que plantea el guion, resiente demasiado el resultado general.
La historia del apocalipsis se convierte en un drama ético sobre el consumo de la pastilla del último día, y una vez que abandona la historia del encuentro de amigos, no logra tampoco generar el ambiente de terror / horror y la dimensión fantástica del relato no aparece más que en un par de escenas aisladas. Sobre el final, un epílogo demasiado obvio para cerrar el filme, no logra dar con el toque novedoso que “LA ÚLTIMA NOCHE” proponía desde las primeras escenas.