Camille Griffin presenta su ópera prima en la que retrata las relaciones familiares, las miserias que surgen en dicho marco durante el periodo de Navidad y algunas cuestiones ocultas que se entretejen por detrás que arrancan con cierto atractivo, pero rápidamente se diluyen en una obra que carece de inspiración y sagacidad.
Hemos visto infinidad de relatos donde se dan encuentros familiares, fiestas y demás reuniones que comienzan de forma amena y terminan desbarrancando debido a diversas revelaciones y tensiones que surgen entre las interacciones de los invitados. Si bien la mayoría se encuentran en clave de comedia negra por ejemplo en relatos como «Festen» (1998) de Thomas Vinterberg (conocida en nuestro país como «La Celebración»), «The Party» (2017) y «Happy New Year, Colin Burstead» (2018) de Ben Wheatley, también hay ejemplos en otros géneros como puede ser en terror con la atrapante «The Invitation» (2015) de Karyn Kusama.
En esta oportunidad, Camille Griffin nos presenta un relato que arranca como una comedia negra bastante clásica con tensiones familiares algo convencionales, que incluyen algunas relaciones extramaritales o declaraciones impensadas, pero también coquetea con el cine de «ciencia ficción» con ciertos elementos que rodean al contexto en el que habitan estos personajes. Tres familias de amigos se juntan a celebrar navidad en una casa de fin de semana alejada de la gran ciudad. Pero, al parecer, están al borde del apocalipsis y esta podría ser su última noche. Si bien algunos individuos presentan ciertos reparos ante la situación, la mayoría de los asistentes parecen haber tomado una decisión y proceden a fingir que todo marcha bien, celebrando como si nada estuviera sucediendo. Tarde o temprano las tensiones crecen y las emociones se exteriorizan dando lugar a un futuro bastante oscuro.
Si bien es mejor no revelar demasiados detalles de la trama, sí podemos decir que el relato parece desarrollarse desde las clásicas convenciones del género con personajes que no están demasiado delineados y desarrollados, a excepción del maravilloso Roman Griffin Davis (el nene que protagonizó «Jojo Rabbit») que es el único que se luce en el largometraje. El espectador no sentirá ningún tipo de empatía o interés por ninguno de ellos ya que podrían ser claramente intercambiables unos con otros por carecer de rasgos distintivos o diferenciadores. Algo totalmente inaudito teniendo a un elenco bastante prominente entre los que se encuentran además del mencionado Davis: Keira Knightley, Matthew Goode, Annabelle Wallis, Lily-Rose Depp, entre otros.
Por otro lado, además de que el guion presenta varios lugares comunes, también peca de no tener momentos de comedia o ingenio en los instantes en los que apela a la comedia negra, volcándose hacia un terreno más dramático y serio que le juega muy en contra a la hora de querer atraer al público. Asimismo, el contexto de ciencia ficción si bien tiene ciertos elementos atractivos y seductores, cae en un área bastante gris en la que parece estar dando un mensaje bastante confuso e incluso anti-vacunas teniendo en cuenta el contexto pandémico actual (algo que la directora tuvo que salir a desmentir y aclarar cuando le preguntaron al respecto, diciendo que la idea fue desarrollada en la prepandemia).
«Silent Night» se siente trillada y como una oportunidad desperdiciada teniendo en cuenta el gran elenco con el que contaba y ciertos rasgos de la historia que se sienten interesantes pero que se desarrollan de forma poco sorprendente dando lugar a giros anticipables. Un film fallido por donde se lo mire.