La directora norteamericana, de origen iraní, Massy Tadjedin debuta en el largometraje con “La última noche” (“Last Night”). Y lo hace con algunos aciertos, que no logran sin embargo compensar varios fallos de una propuesta sólo parcialmente lograda.
La muy bonita Keira Knightley (Joanna) es el punto más fuerte de esta coproducción de Estados Unidos con Francia. La joven actriz inglesa se ha convertido en una de las figuras más sobresalientes de la cinematografía mundial mostrando una gran versatilidad a la hora de actuar. Se recuerdan títulos tan diversos como los primeros capítulos de la serie de “Piratas del Caribe” hasta otros más clásicos como “Orgullo y prejuicio” (primera nominación al Oscar), “Expiación, deseo y pecado” y la más reciente y muy dramática “Nunca me abandones” (nuevamente nominada).
Joanna, tal el nombre de su personaje, es una esposa que al inicio del film comienza a desconfiar de su marido, al ver a éste haciendo arrumacos con una colega de trabajo. Lástima que a Michael, su esposo, lo interprete otro inglés (Sam Worthington) ya visto en “Avatar” en un rol que a diferencia del actual no exigía el mínimo de expresividad, cualidad que aquí se extraña.
La acción que se desarrolla inicialmente en Nueva York, donde el joven matrimonio reside, sufre una bifurcación cuando por cuestiones laborales Michael debe trasladarse por un corto período de tiempo a Filadelfia, acompañado de otro colega y de la inquietante compañera de trabajo (Eva Mendes).
Para completar el “cuarteto” y ya partido su marido, Joanna reencuentra a Alex, posiblemente un antiguo amor venido de Francia. Quien compone a este personaje es el actor y director francés Guillaume Canet (“No se lo digas a nadie”), aquí bien aprovechado en el rol de un hombre de la noche con mucho “charme” para las mujeres. Hay aún un quinto personaje, amigo de Alex, quien pese a su breve aparición tendrá un rol importante en el desarrollo de la trama.
Quien lo personifica es Griffin Dunne, un actor poco visto últimamente y muy recordado por su aparición en “Después de hora” de Martin Scorsese. Una cena compartida con su amigo y Joanna en un restaurant será uno de los momentos más interesantes del film. Lástima que el último tercio de “La última hora” no esté a la altura del resto y que la película termine algo bruscamente y en forma convencional.
La condición femenina de la realizadora se percibe al inclinarse la historia en favor del personaje de Joanna. Ello en si no sería objetable en la medida en que la evolución paralela de ambos personajes y sus respectivos encuentros justificasen la resolución adoptada. En opinión de este cronista la forma en que se resuelven ambas situaciones no es necesariamente la más lógica. En pos de no develar mucho más al espectador, se prefiere dejar que sea el mismo quien juzgue si la definición está en consonancia con el resto de la trama.
Publicado en Leedor el 9-12-2011