La ola que te saluda
Desde Noruega llega La última ola (Bolgen, 2015), film donde un geólogo se enfrenta ante un tsunami con la esperanza de sobrevivir y poder encontrar a su familia.
El cine de catástrofes naturales, ya sea basado en hechos verídicos o puras ficciones que rodean lo absurdo, siempre perdura y está presente año tras año. Es probable que esto se daba a una mezcla de lo más funcional en el cine actual: impactantes efectos visuales combinado con una historia dramática de supervivencia, donde uno como espectador lo disfruta pero que jamás desearía estar en la piel de los protagonistas. Desde Lo Imposible (2012), hasta las más recientes Force Majeure: La traición del instinto (Force Majeure, 2014) y Terremoto: La falla de San Andrés (San Andreas, 2015), las historias que buscan abordar desastres ecológicos, y cada una con su propio punto de vista sobre el comportamiento humano, no escasean. Noruega, luego de la notoria Kon-Tiki: Un viaje fantástico (Kon–Tiki, 2012), un canto a la brillantez en la utilización de los efectos digitales, nos trae su propia historia catastrófica con La última ola, posibilitándonos experimentar este género cinematográfico desde la perspectiva de una nueva tierra.
La última ola narra el día en donde un geólogo, interpretado por Kristoffer Joner (Revenant: El renacido), descubre que es un hecho el inminente derrumbe de la montaña Åkneset y la brutal consecuencia que eso conlleva: nada más ni nada menos que un peligroso tsunami. Desde ese momento, recurre en avisarle a la población de que huya pero su mayor inquietud es el estado de su familia que, en el momento del desmoronamiento, se encontraba alojada en un hotel cercano a la costa. A partir de ahí, el protagonista, ante la incertidumbre del bienestar de sus seres queridos, hace todo lo que esté a su alcance para concurrir a ayudarlos.
La referencia más clara de esta película es, sin lugar a dudas, Lo Imposible. El lacrimógeno film dirigido por el español Juan Antonio Bayona se basa en la combinación de ciertos elementos hallados también en la película noruega: tsunami + familia desunida + búsqueda desesperada del padre de la familia por su esposa e hijos. Bien sabemos que la película española batió records de taquilla en España, fue reconocida por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas con la nominación a Naomi Watts como mejor actriz y es recordada por esa escena manipuladora final donde el director logra que te broten las lágrimas como si realmente lo estuvieras viviendo en carne propia. Acá está la gran diferencia entre La última ola y el film citado. La obra escandinava, por más que tenga escenas repletas de acción, impactantes efectos especiales y un poderoso guion que te mantiene en vilo, no permite que nos involucremos en su totalidad. Bien sabemos que si algo caracteriza a la cultura latinoamericana es la pasión y la exteriorización de ello, quizás sea por eso lo distante a la identificación con los personajes que aparecen en La última ola.
“Para las imágenes, hemos usado efectos visuales generados por computadora y efectos especiales sin intervención digital”. Con estas palabras define el director del film, Roar Uthaug, a la importancia de los deslumbrantes efectos especiales – ideales para la pantalla grande – y las razones en la obtención de ese realismo que permite sentir a la ola bien de cerca. Este trabajo lo posicionó como una revelación ya que, con un presupuesto absolutamente menor a los utilizados por los mainstreams, realizó una película de alto impacto visual que nada debe envidiarles a las grandes superproducciones de Hollywood. No es casual que él haya sido el elegido para manejar los hilos de la futura nueva versión de Tomb Raider (2017), con Alicia Vikander (La chica danesa) en el rol de Lara Croft.
La última ola es un film ideal para disfrutar en las salas de cine. Los efectos visuales acompañados de los sonoros, nos sumergen en pleno tsunami y permite que el suspenso se apodere de nosotros. Estas perlitas europeas que tardan en aterrizar en estas tierras, tal como sucedió con Goodnight Mommy (Ichseh, ichseh, 2014) o 45 años (45 years, 2015), que son obras que valen la pena apreciar en los cines. Ya sea por ser espectador de un terror psicológico de lo más intrigante o por dejarse llevar con una conmovedora historia de amor en tiempos de vejez o, como en el caso que nos compete, ser espectador de una gigantesca ola que pone en riesgo la vida de miles de personas, estos films son una nueva bocanada de aire y funcionan como alternativa entre todas aquellas producciones de origen estadounidense. La última ola, sin recurrir a golpes bajos ni a engaños que bordeen los efectos visuales irrisorios, es una obra que comprueba que no hace falta tener un gran presupuesto para realizar un correcto film sobre catástrofes naturales.
Ahora sí. Pónganse cómodos en sus butacas y sujétense fuerte. Aunque, pensándolo bien, no tanto. Así no estarán impedidos de que los arrastre una poderosa ola, de esas que vale la pena sentir.