Si hay algo que tienen en su contra los filmes de este género es que ya sabemos de antemano que va a ocurrir una catástrofe. Esto nos da a nosotros como espectadores una ventaja y una desventaja a la película. Ésta parece reducida a una serie de fases redundantes hasta que ocurre lo esperado. Incluso tenemos al protagonista principal que dice y repite lo que está por ocurrir pero nadie le cree. En otros casos hay sus excepciones, pero todas estas condiciones ocurren en Bolgen al pie de la letra lo que le resta fuerza a la historia y, sobre todo, a la primera parte de la película, a pesar de uno que otro plano interesante que simboliza la mudanza de Kristian (Kristoffer Joner) y de su familia.
Después todo se convierte en una persecusión por la supervivencia: no sólo por huir de la ola, sino también por no morir ahogados después de que la ola pase. Y es aquí donde los efectos visuales cumplen su cometido y son creíbles. Además las decisiones de los personajes para sobrevivir son bastante sorprendentes porque parecieran llevar a una vía sin salida. Sin embargo, posteriormente la película vuelve a caer en las casualidades de las películas de su género; facilidades como una linterna bien ubicada o unos golpes que se escuchan perfectamente a pesar de la distancia (y el agua) entre quienes los hacen.
Todo esto da para un final dramático y prolongado que cansa un poco porque sospechamos que será un final feliz. A fin de cuentas, a pesar de sus buenos efectos, ésta es otra película de desastre que no destaca de las otras. Incluso aunque sea noruega, se nos fue presentada con doblaje en inglés así que, entre los requisitos del género y el idioma, pasaba por una película norteamericana. Si bien es cierto que es el primer filme de desastres hecho por Noruega y que fue escogida para representar al país ante los Óscars, no mantiene un suspenso ante lo que pueda ocurrir y la acción de la parte intermedia se desvanece en un drama. Siempre queda imaginar la desolación que se debe sentir en estos casos donde la naturaleza arrasa una ciudad y uno es de los pocos sobrevivientes, pero el filme en sí no invita a estas reflexiones sino que se centra a poner en movimiento la trama hasta llegar a su final complaciente.