La tierra tiembla
Éste filme es un más que interesante exponente del cine catástrofe, tan caro para los corazones de los productores hollywoodenses, con la única salvedad que es una realización noruega no tiene nada que envidiarle a sus competidores de los EEUU.
En este sentido el costo de esta producción no llega al diez por ciento de lo que es la media en la meca del cine, hablando siempre de este mismo género. Situación que no se percibe en ningún momento, posiblemente debido a la pericia de los técnicos y al correcto guión y dirección de sus hacedores principales.
La realización abre con escenas documentales de hecho ocurridos a principios del siglo XX, por lo que el verosímil no es necesario construirlo, se mete de lleno en el tema a que se referirá la película con ese simple recurso, basada en la predicción cierta de que hacia la mitad del fiordo, hay una ladera que caerá en algún momento en los próximos 20 años, y podría causar un tsunami que alcanzaría a la pequeña población de nombre Geiranger, que realmente existe, donde en invierno viven 250 personas, y en verano es un punto turístico muy importante.
Luego de esa presentación traslada la acción a la actualidad, en donde el despliegue de la dirección de fotografía y el diseño de sonido, conjuntamente con la banda sonora, son de una calidad increíble. En relación especifica con la banda de sonido habría que decir que, a lo largo de todo el filme, la misma está dentro del orden de la empatía con las imágenes, dando cuenta del espacio físico donde se desarrollaran las acciones, que es un lugar casi de ensueño, un paraíso perdido en medio de los fiordos noruegos.
Salvo en ese inicio, donde juega de manera contrapuntística con el tema que va a desarrollar, la música va instalando, y solo con ese recurso le basta, la subtrama narrativa que es la que impulsará la acción de los personajes a partir de su construcción afectiva.
Es en este punto donde el filme da cuenta de hacer uso de todos los elementos recurrentes en este tipo de producciones, todo ronda dentro de una familia común inmersa en una situación que por ser previsible no deja de ser extraordinaria.
Ubicada en la montaña Åkneset, en el fiordo noruego de Geiranger, la historia se desarrolla el mismo día en el que un violento tsunami de más de 80 metros apastará todo a su paso. Entre las posibles víctimas un geólogo, que había previsto la posibilidad inminente de lo que finalmente ocurre, pero que no es escuchado ni por su jefe ni por la gente del equipo de trabajo por ser considerado alarmista. Ante esta circunstancia decide trasladarse con su familia a una ciudad cercana, para estar a resguardo.
En esos preparativos se encuentra cuando se produce el movimiento telúrico, se ve atrapado en medio de este desastre natural e iniciará una carrera contra el tiempo para salvar su vida, y la de sus seres queridos.
Los momentos de mayor tensión se principian en el instante en que la montaña comienza a arrojar resultados ‘preocupantes’ a los expertos, pero ya es tarde, sólo diez minutos para ponerse a resguardo, estos momentos previos a la destrucción general durante el desmoronamiento de la ladera de la montaña, y la posterior ola de 80 metros son de una calidad visual increíble, en este punto la previsibilidad deja paso al asombro por las imágenes, con muy buenos efectos visuales que nunca se perciben artificiales, ayudado por la música, que aplica de la misma manera que las imágenes del tsunami.
Todo esto se permite ver pues está sostenido desde el guión, si bien algunos diálogos son demasiados clichés, y las actuaciones, todas muy convincentes; lo que va en beneficio de sostener el interés.
Sólo se podría señalar un par de cuestiones negativas, algunas referidas al producto en si mismo y otras a la elección realizada desde la exhibición. Están todos los personajes reconocibles en estas producciones, salvo mínimas diferencias, y se podría equiparar en este sentido con “Dante’s Peak. La furia de la montaña” (1997), el héroe, sus afectos primarios, el intendente que sólo ve lo económico a través del turismo, el jefe en situación de antagonista humano, y un final que tiende hacia lo dramático de manera innecesaria.
Respeto de la exhibición, la producción se estrena hablado en ingles, se nota demasiado el doblaje, las voces quedan despegadas de los personajes y de los planos sonoros, pero esto no es responsabilidad del filme.
(*) Realizado en 1948 por Luchino Visconti.