Hay un fiordo en Noruega con un pueblito en su bahía. Hay una montaña que puede deslizarse hacia el agua y generar una ola gigante que haga puré el pueblo. Y sí, ha de pasar y hay solo diez minutos diez para irse. Notable manejo del suspenso y de pocos pero excelentes y precisos efectos especiales para dejar al espectador en estado de tensión permanente. Así da gusto: los personajes nos importan y por eso es que también nos importa el film.