Con mucho menos presupuesto que un tanque estadounidense se puede hacer cine catástrofe. Y del bueno. Si tiene dudas, vaya a ver La última ola, que se ocupa del antes, durante y después el desprendimiento del fiordo noruego de Geiranger, que provocó un tsunami devastador. El director se concentra y observa tan bien a sus personajes, el geólogo héroe y su familia, que cuando llega la catástrofe estamos ahí, con ellos. En su simpleza, La última ola llega al hueso del género: una crónica de la naturaleza en estado de furia.