Todo pasa y todo queda
El cine catástrofe llega ahora desde Noruega y de la mano del director Roar Uthaug que desembarcó en Argentina con "La última ola". Ese subgénero tuvo su pico de popularidad en los 70, con algunas películas que marcaron su época como "Terremoto" o "Aeropuerto", entre muchas otras. Cuarenta años después resultan rentables con ejemplos como "San Andrés" o "Lo imposible", con Naomi Watts.
La previsibilidad es uno de los flancos débiles de estos productos con una casi idéntica estructura narrativa. "La última ola" se ajusta casi en su totalidad a esa premisa en la que ya no cabe esperar demasiadas sorpresas. Esta vez se trata de una falla latente y muy real que amenaza a un idílico pueblo recostado sobre un fiordo y que es monitoreada de forma permanente. El héroe, un abnegado geólogo a punto de mudarse, y dejar sus amado trabajo en la montaña, sabe, observa los signos de que algo está mal.
Unas gotas de agua en una ladera le dan la pista. Y a partir de ese momento al promediar la película se desencadena la famosa catástrofe que a diferencia de otros filmes se concentra solamente en el protagonista, su mujer y sus dos hijos, quizás por una cuestión de presupuesto.