Sumergirse en lo simple.
Con algo de buen jazz de fondo empezamos a recorrer este relato que tiene como protagonistas a sólo dos mujeres que le dan vida a un único escenario, como una obra de teatro: la casa de Ana (fenomenal María Ucedo), quien llega, se desensilla y recibe a Miranda (Yanina Gruden), que nos pone un poco nerviosos con su histrionismo. La Utilidad de un Revistero se centra en este encuentro entre una escenógrafa de teatro experimentada y una metiche aspirante a ocupar el puesto de colaboradora de vestuario. Ésta será una entrevista de trabajo informal con dibujos, charlas y una cena extraña de por medio.
Con un nombre que vende poco y nada, la película de Adriano Salgado se va poniendo cada vez más interesante con el correr de los minutos. Un guión sencillo pero inteligente y dinámico nos envuelve en una trama con su buena dosis de suspenso (los truenos y la lluvia, por ejemplo, contextualizan a la perfección una historia impredecible).
No sabemos específicamente qué pero algo anda mal entre Ana y Miranda. La incomodidad en ellas está presente todo el tiempo en un ambiente enrarecido por miradas y gestos. Dos mujeres totalmente opuestas (ambas artistas) conviven en casi dos horas de película -en tiempo real- y el espectador es testigo de situaciones diversas.
Lo interesante del planteo de Salgado es partir de una historia mínima para ir desarrollándola con buen pulso y hacerla más atractiva, recurriendo al plano general en todo el metraje y aprovechando la cámara estática. Además lo sonoro juega un papel preponderante: música diegética y extradiegética adornan climas mientras las actrices salen y entran de cuadro. Elementos, todos juntos, atípicos en una misma narrativa pero bien característicos de los comienzos del Nuevo Cine Argentino.
Complementa el enorme trabajo de dirección el hecho de que en el film no haya cortes. Se rodaron tres versiones de corrido y Salgado optó por la que le pareció más efectiva. Esto evidencia, además, un gran trabajo de las actrices que le ponen el cuerpo a este único acto en el que también se van modificando y moviendo los distintos objetos que hay en el ambiente. “¿Cuál es la utilidad de un revistero?”, le pregunta Miranda a Ana inocentemente. Lo que ocurre a partir de esa pregunta clave es lo mejor de la película. Hacia el final, la sorpresa también será grata.