La valija de Benavidez

Crítica de Juan Samaja - CineFreaks

Cine argentino con mayúsculas.

La valija de Benavidez es el segundo largometraje de Laura Casabé, luego de El hada buena. Una fábula peronista (2010). Promisoria directora argentina, de gran inventiva para el audiovisual con mucha experiencia en el terreno del cine independiente, responsable de los materiales audiovisuales y de las performance de las Fiestas Plop (https://es-la.facebook.com/fiestaplop/). Si bien manifiesta ya una trayectoria extensa en el ámbito independiente, este film es el primero que se desenvuelve en el circuito de salas comerciales y que cuenta con el apoyo del INCAA. La película ha sido presentada en el 17 festival del BARS (2016).

La valija de Benavidez se desarrolla en el marco de una propuesta de género que resulta original para lo que es la producción regular en el circuito comercial en el territorio de la República Argentina: el Terror psicológico. Continuando con el tono expresionista-surrealista de su primer largometraje, La valija… construye un clima psicológicamente denso, oscuro -aún el marco de un escenario de colores saturados- en donde se combina la vigilancia total de la institución, con las alucinaciones y los delirios de sus pacientes.

Además de la estética y del tono expresionista-surrealista del relato, La valija… y El Hada… tienen otro elemento en común: en ambos se desarrolla un concepto nuclear alrededor del cual giran las tramas y se desenvuelven las angustias de los personajes. En El Hada Buena, se presenta una distopía retro-futurista, en la cual el sueño peronista de la patria grande trabajadora ha devenido en monstruosidad para sus habitantes… despojados de todo, excepto de la desesperación. En La valija…, ya no es un gobierno ni un proyecto, sino una institución privada (una empresa de salud) la que se vanagloria de un dispositivo de control total, que en lugar de contener y re-ubicar a sus pacientes en la vida social y la dignidad del individuo, los mantiene enclaustrados y en relación de completa dependencia. Puede decirse que en ambas películas el componente de terror se presenta como el sueño de una sociedad, que proyectado a los individuos produce pesadilla. No es casual tampoco que en ambos casos el terror se explicita hacia el público como un paternalismo desmedido y la correlativa infantilización de los individuos.

En el caso de La valija…, el relato nos muestra a un Benavidez sufriendo la omnipresencia de un padre que ostenta un éxito y reconocimientos que a él le están vedados. El nombre Benavidez se le impone como condena de una meta inalcanzable, y la humillación máxima la encuentra Benavidez en esa decisión de su novia por apropiarse del nombre paterno como vehículo de éxito para su propia obra. Y esas heridas narcisistas, producidas por una mujer que simbólicamente ha elegido a su padre para autorealizarse, pretende Benavidez ir a purgarlas en esa otra figura paterna: el psiquiatra, que encarna -para el pintor- el espacio de la contención, la protección y los cuidados, pero que en el fondo se descubre como una figura opresiva, controladora, vigilante, que lo infantiliza, lo aniña.

Es destacada la labor de los intérpretes (Marrale, Aleandro y Pfening, a la cabeza) y de la dirección de actores; un campo en que Casabé ya ha mostrado su experticia en producciones anteriores como El hada buena, y el cortometraje Geografía (2002), lo casi nunca es una característica habitual en las producciones independientes (y no siempre es garantía de las producciones industriales que se exhiben en el circuito comercial). Ello muy probablemente es resultado de un buen maridaje entre dirección y realización del guión, que en ambos casos han sido afrontados por la directora.

La única debilidad del film es, a mi juicio, un énfasis excesivo en el elemento fáctico del argumento, que conlleva una merma en el desarrollo de los caracteres psicológicos de los personajes principales, sobre todo el personaje del psiquiatra y la novia de Benavidez, que tienen una trascendencia narrativa muy notable, que no se condice con el espacio de expansión en que se les ha acotado. Los trazos con que se presentan al espectador resultan fascinantes, y ello incrementa la sensación de deseo insatisfecho en la experiencia cinematográfica. Por todo otro concepto el film es excelente.