Deuda de amistad
El nombre del director inglés Ken Loach probablemente llegara a oídos del gran público en estas latitudes por primera vez el año pasado cuando estrenara su muy aclamada Yo, Daniel Blake, película que alrededor del mundo cosechara 30 nominaciones a distintos premios de los cuales ganó 25. Tal vez de la mano de esa reciente popularidad es que llega a nuestros cines otra de las 51 producciones que ha dirigido Loach a lo largo de su carrera. Se trata de Route Irish, un film de 2010 que de forma muy cruda aborda el tema de la amistad en tiempos de guerra.
Con una estética muy similar a lo visto en Yo, Daniel Blake -bien minimalista y despojada de rebuscados recursos fílmicos- Route Irish aborda la relación de amistad de toda una vida entre dos hombres de mediana edad al momento en que uno de ellos encuentra la muerte de forma prematura. Fergus (Mark Womack) nunca ha tenido mucho éxito en términos laborales y cuando su participación como contratista en la guerra de Irak le devuelve como saldo poco dinero y el deceso de su mejor amigo Frankie (John Bishop), siente que su vida carece de cualquier tipo de motivación. Sin embargo, mientras se la agarra con todo aquel que le dirige la palabra mientras encuentra la forma de pasar por la etapa de luto por la muerte de su amigo, algunas incongruencias y puntos oscuros empiezan a surgir respecto a lo que verdaderamente pasó el día que murió Frankie. Motivado por la culpa que siente porque él fue quien convenció a Frankie de acompañarlo en su empresa bélica y ávido de saber la verdad sobre el fin de la vida de la única persona que le diera un significado a su vida, Fergus iniciará una errante y desorganizada investigación con el fin de darle algún tipo de cierre a esta situación que lo atormenta.
Un rasgo muy característico de este director, que en este caso vuelve a aparecer nítidamente, consiste en darle a este tipo de historias un clima muy gris, apagado, como si la atmósfera que rodea a los personajes fuera un reflejo de lo que están experimentando y la desesperanza que acompaña a cada uno de sus actos. Y es gracias a ese manejo inicial de los climas que la película nos prepara para los cambios que en este sentido sufrirá cuando veamos a sus protagonistas, en clave de flashback, en situaciones más agradables. La relación que desde siempre unió a Fergus con Frankie, la aparición de la esposa de este último, la forma en que este y otros acontecimientos afectaron su amistad sin poder eliminarla y el fatídico lapso en Irak que vuelve a desembocar en un Fergus solitario, animado solamente por descubrir lo que realmente causó la muerte de su amigo son los elementos que irán delineando una trama que conmueve desde la intensidad de la relación entre sus protagonistas y suscita intriga a partir del misterio de la muerte de uno de ellos.
Con un muy buen trabajo protagónico de Mark Womack, la película consigue generar ese interés a partir de lo que su personaje va descubriendo al tiempo que encuentra los momentos justos para sustentar ese relato en un contexto que incluye y analiza temas como la amistad, los pequeños sueños con que la gente carente de esperanza se conforma, la apasionada forma que tienen de afrontar la pérdida de esos sueños y el elemento de la guerra que acá también dice presente de forma cruel, inmisericorde y, sobre todo, teñida de secretos, conspiraciones y corrupción.