Will Smith vuelve a pisar fuerte en una película que intentó llegar al Oscar pero quedó en el camino. Concussion, del director Peter Landesman (Parkland), cuestiona la relación entre la medicina y un tema pesado en Estados Unidos como lo es la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
La historia se centra en el descubrimiento que cambió la vida del médico forense Bennet Omalu (Will Smith), basado en la justificación de muertes repentinas y estados de demencia de jugadores de fútbol americano recientemente retirados de su profesión. El minucioso médico nigeriano -que tiene muchísimos títulos universitarios encima- llega a la conclusión de que, al igual que el boxeo, los constantes choques de cabezas en el fútbol americano son los causantes.
La verdad oculta enfrenta a la NFL con la misma convicción con la que la enfrentó Omalu. La serie de problemas que esta investigación le causó a la vida del prodigioso médico se ven reflejados en la película, y se llega a entender la impotencia que provoca la lucha contra una organización tan popular, política y corrupta. El amante de fútbol americano -fuera de Estados Unidos es complicado encontrar alguno- rechazará, al igual que los peces gordos de la NFL, esta teoría, mientras que a los no simpatizantes del deporte, les entrara un poco de rabia por el mismo.
Will Smith interpreta a este superhéroe de la medicina casi de manera consagratoria. Se ve a un personaje y a un actor muy relacionados con el de En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), sumado la destreza que implica mantener el acento nigeriano durante toda la película. Realmente el que lleva adelante esta consecución de complicaciones es su protagonista, de manera eficaz y efectiva. El resto del reparto que “ayuda” a Omalu se conforma por un agradable Alec Baldwin y una bella y correcta Gugu Mbatha-Raw.
Landesman tiene como resultado una película ambiciosa que se basa en la superación de obstáculos del protagonista para demostrar una secreto a voces. Lamentablemente esto solo alcanza para que el espectador sepa que la NFL es una organización non sancta y que los constantes choques de cabeza pueden provocar suicidios. Lo primero algo deducible; lo segundo, para algunos, todo un descubrimiento. El logro cinematográfico de La verdad oculta quedó en el alcance de un buen clímax, no más que eso. A Will Smith nada que reprocharle, con otro actor quizá se le hubiesen complicado un poquito más las cosas.