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En el arranque de “La verdad oculta” (USA, 2015) de Peter Landesman, el personaje protagónico y excluyente Bennet Omalu (Will Smith), un médico forense, afirma en uno de los tantos juicios a los que ha colaborado “me interesa más conocer cómo la gente ha vivido que cómo la gente muere”.
En esa sentencia está escondida la esencia del filme, un dantesco recorrido hacia la revelación de la verdad sobre la muerte de Mike Webster (David Morse) uno de los jugadores más importantes del fútbol americano, quien supo estar en la cima, ofreciendo una imagen inspiracional en medio de la crisis económica más grande que aquejó a EE.UU, pero que terminó en la miseria y al borde de la locura por misteriosas causas.
La película desandará el sinuoso camino por el que Omalu llegará a la sorprendente revelación de un fenómeno irreversible que aqueja a miles de jugadores de la NFL y que se mantuvo en silencio para evitar la abstinencia de la llegada de nuevos integrantes que, al conocer las consecuencias del juego, evitaran sumarse a la liga.
Landesman se apoya en la soberbia interpretación de Smith, quien se presenta como un ser solitario, enfrentado con cada uno que reniegue de sus métodos de trabajo (como por ejemplo hablarle a los cadáveres para conectarse con ellos) y luego con una gigantesca corporación deportiva (NFL) que intentará que su descubrimiento y posterior publicación en revistas científicas, sea defenestrado y Omalu puesto en la hoguera.
Mientras avanza con la investigación Omalu se relaciona con su mentor, el Dr. Cyril Wecht (un increíble Albert Brooks), quien lo apoyará a seguir adelante sabiendo que las consecuencias quizás terminen generando daños colaterales para ambos. Además, conocerá a una bella mujer (Gugu Mbatha-Raw) con la que decidirá conformar una familia a pesar que todo le indica que debe huir del país para poder ser feliz.
Con premisas simples y claras, una puesta en escena limpia, actuaciones secundarias de lujo (Alec Baldwin, Arliss Howard, etc.), “La verdad oculta” se introduce en el mundo de las corporaciones deportivas y en los siniestros manejos que éstas llegan a hacer para evitar la revelación sobre aspectos negativos de la actividad.
Película de procedimiento, narrada con un ritmo que genera una tensión in crescendo, la propuesta de Landesman es un buen ejercicio fílmico sobre la manipulación de la información y la negación de la realidad que a diario se vive en el mundo.
PUNTAJE: 8/10