Film sostenido por el valor de su testimonio
A fines del siglo pasado, una mujer policía de Nebraska es contratada por una empresa privada con tratos con el gobierno para viajar a Bosnia y trabajar como observadora en la difícil tarea de mantener la paz y ayudar a desarrollar la democracia. Lamentablemente, pronto la protagonista descubre que sus tareas lindan con no hacer nada y mucho menos animarse a hacer algo cuando algunos crímenes involucran a otros integrantes de la misma fuerza, especialmente en todo lo relacionado a un delito top en ese momento y lugar: el tráfico de personas.
Justamente, el tráfico de mujeres es el tema de este film que más que un thriller es un drama testimonial, aunque por momentos pretende unir estos dos géneros en uno, sin gran éxito. Es que al principio, la historia se centra en los problemas personales de la policía que interpreta Rachel Weisz, y poco a poco va avanzando hacia el punto cuando ella ya está en Bosnia.
La directora debutante Larysa Kondraki intenta dibujar primero historias paralelas de laa víctimas mientras va contando las experiencias de la policía. Pero aquí también le falta garra narrativa, y el resultado es sólo un relato un poco confuso que recién empieza a cerrar de verdad cuando la investigadora ya tiene todas las pistas necesarias sobre la red de tráfico de mujeres, y entonces trata de hacer algo al respecto.
Rachel Weisz no es demasiado creíble como la policía dura que lucha contra oficiales corruptos de las fuerzas de paz. Hay algunos interesantes personajes secundarios que no toman vuelo y algunas escenas violentas propias del thriller que por momentos este film podría haber llegado a ser.
Sintetizando, por más importante que sea el tema a denunciar, la película no lo hace demasiado bien.